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Los logros de la cumbre COP de CITES en materia de conservación de especies marinas amenazadas suponen un obstáculo para el comercio de aletas de tiburón.
El controvertido comercio de aletas de tiburón en Hong Kong podría registrar su mayor cambio en los últimos años con una regulación más estricta como la lograda en la cumbre internacional de especies amenazadas celebrada en Panamá.
Hong Kong es uno de los mercados más grandes del mundo para las aletas de tiburón, consideradas por muchas comunidades chinas como un manjar de primera calidad y a menudo servido en sopa en los banquetes.
Aunque años de activismo por parte de los defensores de los tiburones hicieron disminuir su consumo, Hong Kong sigue siendo un centro para el comercio legal e ilegal del producto.
“El año pasado, más de 90% de las importaciones de aletas de tiburón en Hong Kong fueron reexportadas. Uno de los principales mercados es la China continental”.
explica Loby Hau, de WWF-Hong Kong.
La ciudad regula este comercio basándose en un tratado internacional sobre especies amenazadas. Algunos tipos de aletas deben ir acompañadas de permisos de exportación que demuestren que fueron capturadas de forma sostenible.
La cumbre de Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), celebrada en Panamá con la participación de 183 países más la Unión Europea, podría suponer un obstáculo comercial con sus propuestas de protección internacional a otras dos grandes familias de escualos.
Según los investigadores, estas medidas protegerán a la mayor parte de los tiburones y aumentarán la presión sobre las autoridades de Hong Kong, que ya están luchando contra un recrudecimiento del contrabando de aletas. Hong Kong incautó 27,5 toneladas de aletas de tiburón de especies controladas en 2021 y 29,5 toneladas en 2020, según el gobierno. En 2019, la cifra fue solo de 6,5 toneladas.
Especialistas en océanos estiman que más de 100 millones de tiburones mueren cada año, orillando a la extinción a una especie vital para el ecosistema oceánico, pues suelen ser devueltos al mar tras la amputación de sus aletas y mueren lentamente.
Con todo, Hong Kong está tomando conciencia del problema. En 2009, 73% declaró haber comido aletas de tiburón en el año. Una década después, la proporción descendió al 33%.
El gobierno, la gran restauración y las marcas que se preocupan por su imagen también se esfuerzan por afianzar su credibilidad medioambiental prohibiendo las aletas de tiburón en los banquetes. Pero en la “calle del pescado seco”, donde las tiendas las exponen en sus vitrinas como valiosos trofeos, el negocio continúa.
“Menos gente las compra hoy en día. Pero tenemos a nuestros clientes habituales, sobre todo gente mayor. [Los clientes] gastan en promedio 2.500 dólares de Hong Kong (casi 320 dólares) por unos 600 gramos de aletas”.
cuenta una vendedora que se niega a ser nombrada.
Según Stan Shea, director del programa marítimo de la asociación BLOOM de Hong Kong, es difícil evaluar el nivel de cumplimiento de las empresas de importación y exportación y de los minoristas.
“Como ciudadano común, lo único que puedo hacer es preguntar al comerciante: ¿Son legales sus aletas? Los vendedores no están obligados a etiquetar sus mercancías y muy pocos lo hacen”.
afirma Stan Shea.
Una vez que una aleta de tiburón es despellejada, la única forma fiable de verificar si pertenece a una especie amenazada es mediante un análisis de ADN. Shea y otros investigadores lo hicieron en 2014, y en ese momento más del 10% de las muestras procedían de escualos protegidos por la CITES. Un estudio más reciente, realizado en 2020-2021 por la organización Shark Guardian en Taiwán, reveló que la mitad de los comerciantes de aletas de tiburón venden productos de especies reguladas.
El hecho de que las aletas del tiburón azul, cuyos comerciantes sostienen que no está en peligro, se hallen con frecuencia en puestos de venta, podría cambiar con la aprobación de la propuesta de inclusión de la especie en el Apéndice II que tiene como fin proteger a la familia Carcharhinidae.
En los últimos cinco años, cinco personas fueron juzgadas en Hong Kong por importar tiburones protegidos sin permiso, un delito que se castiga con 10 años de prisión.
Hau, de WWF-Hong Kong, pide a las autoridades del territorio que intensifiquen las inspecciones y que obliguen a los vendedores de aletas de tiburón a llevar registros sobre la procedencia de sus mercancías.
FUENTE: Metro Libre.
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