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La población de atún rojo está disminuyendo significativamente, lo que ha llevado la especie a la condición crítica de “peligro de extinción“.
Desde los años setenta, el número de ejemplares de atún rojo (Thunnus Thynnus), también llamado de aleta azul, en el Atlántico europeo se ha reducido un 90% y, en el Mediterráneo, un 50%. De hecho, hasta el año 2020 se estimaba que quedaban unas 22.705 toneladas en todo el mundo.
La principal causa es la pesca masiva. El estudio que arroja estos datos fue realizado por la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT) y denuncia que la pesca que se produjo en 2007, calculada en 61.000 toneladas, ha duplicado lo permitido por la ley y cuadruplica lo que sería ecológicamente sostenible. Son estas problemáticas las que han puesto al atún rojo en peligro de extinción.
Causas de la extinción del atún rojo
La población de atún rojo está disminuyendo significativamente, lo que ha situado a la especie en la condición de “peligro de extinción“. Algunas de las causas detrás de esta condición crítica son las siguientes:
1. Parques eólicos marinos
El hecho de invadir el espacio del atún rojo es una gran amenaza que pone en peligro la continuidad de la especie. Con la construcción de parques eólicos marinos se altera el hábitat del atún rojo, lo que conlleva que el ciclo del atún se vea modificado.
Un ejemplo de ello es el parque eólico marino del Cabo de Trafalgar que, además, también provoca niveles de contaminación acústica debido al ruido de los aerogeneradores.
2. Sobrepesca y acuicultura
Se trata de dos causas que han llevado a que el atún rojo esté en peligro de extinción que están unidas. Muy comparable con una especie de circulo vicioso. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha notificado que se ha intensificado la sobrepesca para captar peces jóvenes que engordar en criaderos para comercializarse.
3. Exportación a Japón
Japón es el país responsable de una cuarta parte del consumo mundial de este pez. Países como España exportan grandes cantidades para el consumo y, de hecho, el atún rojo es muy cotizado para preparar sushi. En 2009 se llegaron a pagar 137.000 euros por un ejemplar de esta especie de atún que pesaba 202 kilogramos. Acciones así pueden explicar por qué algunos científicos del ICCAT abogan por prohibir la comercialización de esta especie a terceros países.
Consecuencias de la extinción del atún rojo
El hecho de que el atún rojo esté en peligro de extinción no conlleva simplemente la pérdida definitiva de esta especie, sino que también tiene otras consecuencias. Podemos dividirlas de la siguiente manera:
- Ecológicas: sin el atún rojo habría un efecto en cadena respecto otras especies, por lo que se estaría alterando su ecosistema y su funcionamiento. De esta manera, también se vería afectada la cadena alimentaria.
- Económicas y políticas: para aquellos países que más consumen este pescado y llevan a cabo su importación o exportación, la extinción definitiva de esta especie tendría una repercusión en su economía.
¿Y cómo evitar la extinción del atún rojo?
Existen organizaciones que han llevado a cabo acciones para evitar la extinción del atún rojo, tales como Greenpeace o World Wide Fund for Nature (WWF). Algunas de las propuestas para ello son:
- Establecer un tamaño mínimo de captura: en la última reunión de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico se decidió reducir las capturas anuales de esta especie a 12.900 toneladas en el Atlántico Oriental. Se trata tan solo de un 4% menos del anterior nivel de capturas.
- Desarrollar un plan sostenible de recuperación: que además debe contar con una protección de las zonas donde se reproduce el atún rojo, una reducción de la cuota pesquera y engorde de granjas.
- Aplicar un programa de observación: tanto si se trata de buques atuneros como de granjas de engorde. De esta manera, se puede asegurar que los individuos que se capturan no son jóvenes.
A pesar de los datos, la Unión Europea se resiste a prohibir su pesca en el Mediterráneo y se limita a reducir la cuota. Cabe añadir que esta decisión, según grupos ecologistas, incentiva la pesca ilegal.
Según Xavier Pastor, Director Ejecutivo de Oceanía en Europa, “se continúa dando salida a unos barcos que, si realmente cumplieran con la legislación, ganarían más dinero quedándose en puerto“.
Por su parte, algunos ecologistas no se quedan de brazos cruzados y toman acciones por su propio pie. Un ejemplo de ello fue el bloqueo del puerto de Frontignan en 2010 por parte de catorce activistas de Greenpeace para frenar tres atuneros.
FUENTE: Ecología Verde.
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