La vulnerabilidad es un sentimiento universal, ya que todos la experimentamos, sin embargo, la rechazamos, porque la asociamos con emociones oscuras.
Aunque la vergüenza y la vulnerabilidad son sentimientos universales, ya que todos los experimentamos, sin embargo, los rechazamos, porque los asociamos con emociones oscuras como el miedo, dolor, tristeza, y ni los queremos discutir, aunque ellos afectan profundamente la manera como vivimos, amamos y trabajamos.
La Dra. Brene Brown, PhD, Socióloga de la Universidad de Huston, ha concretado los resultados de sus investigaciones de más de 10 años, en su libro:”Frágil. El poder de la vulnerabilidad” Ella se refiere a la conexión, como la habilidad de sentirnos conectados, ya que neurobiológicamente estamos construidos para la conexión. Es la única razón por la que estamos aquí, es lo que le da propósito y significado a nuestra vida. Sin embargo, si esto es así, entonces: ¿qué es lo que impide la conexión?
La Dra. Brown dice que allí interviene la vergüenza, que la define como el miedo a la desconexión. Miedo a que haya algo en mi, que los demás puedan ver y que justamente me impide la conexión. Paradójicamente, para poder sentirnos conectados, necesitamos dejarnos ver y las investigaciones de la Dra. Brown confirman que debajo de la vergüenza está la vulnerabilidad.
Debajo de la vergüenza está la vulnerabilidad.
Para ello evaluó miles de personas, a través de sus historias personales, entrevistas y grupos focales durante más de 6 años, logrando separar dos grupos: aquellas que se sentían valoradas y tenían un fuerte sentido de pertenecer y ser amadas, y el segundo grupo integrado por personas que luchaban fuertemente por ser amadas y siempre se preguntaban si eran suficientemente buenas.
Lo que separaba a los dos grupos era que el primero realmente creía que eran merecedores de ser amados y reconocidos. A partir de allí se dedicó exclusivamente a estudiar este grupo, para evaluar que tenían en común estas personas que se sentían aceptadas y queridas. La Dra. Brown descubrió que estas personas cuando narraban su historia personal lo hacían con entrega y devoción, y tenían el coraje de mostrarse imperfectas, expresaban compasión y eran amables con ellas mismas y sus semejantes. Finalmente, y muy importante tenían un alto sentido de conexión ya que eran auténticas y querían ser ellas mismas.
Principalmente todas abrazaban la vulnerabilidad, ya que aquello que las hacía más vulnerables, también las hacía más hermosas. Es cierto que no era confortable, pero tampoco era terrible, simplemente necesario. Estaban prestos a decir primero te quiero y a invertir en una relación aunque no tuvieran garantías de que iba a funcionar.
La Dra. Brown concluye con varias recomendaciones básicas para manejar de una forma sana nuestra vulnerabilidad, que nos puede avergonzar y hacernos sentir desconectados. Lo primero es que debemos dejarnos ver, mostrarnos tal y como somos, amar con toda el alma, cada vez que podamos, aunque no haya garantías de que funcionará, expresar gratitud y alegría por las cosas que tenemos cada día, aún aquellas que parecen no ser tan buenas, porque cuando nos sentimos vulnerables, es que estamos vivos. Sentir es ser vulnerable.
Creer que la vulnerabilidad es debilidad es creer que sentir es debilidad. Cerrar nuestra vida emocional por miedo a que el costo sea muy alto es dejar atrás la única cosa que da sentido y propósito a nuestra vida. La vulnerabilidad es el lugar del nacimiento del amor, de la alegría, del pertenecer, del coraje, de la empatía y la creatividad.
Cuando comencé a transitar hacia la Psiconeuroinmunología, hace 25 años, me sentí totalmente vulnerable. Colocar nuevas ideas en la palestra sin ninguna seguridad de que iban a ser bien aceptadas me daba miedo. Gracias a mi persistencia, allí descubrí mi don y un nuevo sentido para mi vida, que me ha proporcionado inmensas alegrías. Nunca me he arrepentido. Les recomiendo vivamente leer el libro de la Dra. Brown.
Marianela Castes
Marianela Castés es químico, egresada de la Universidad Central de Venezuela, en 1977 obtiene el Diploma en Inmunología avanzada en el Instituto Pasteur (París, Francia) y en 1978 realizó un doctorado en Ciencias Naturales, opción Inmunología, en la Universidad de París VII.
Es profesora titular – jubilada- y fundadora de la Cátedra de Inmunología de la Escuela de Medicina José María Vargas de la Universidad Central de Venezuela. Tuvo una brillante carrera como investigadora en el campo de la Inmunología y de la Psiconeuroinmunología; disciplina científica con la que entra en contacto luego de afrontar una enfermedad, que la llevó a investigar sobre la relación entre los eventos estresantes y la aparición de enfermedades de alto riesgo.
Marianela publicó más de 80 trabajos en revistas científicas internacionales, que le valieron diversos reconocimientos y premios. Además, ha sido profesora invitada del Instituto Pateur (Francia), de la Universidad Libre de Bruselas (Bélgica), de la Universidad de Cambridge (Inglaterra), de la Universidad Ricardo Palma (Perú) y de la Universidad Católica del Uruguay.
También es miembro de la Research Society of Psychoneuroimmunology (Estados Unidos), miembro honoraria de la Federación Latinoamericana de Psiconeuroinmunoendocrinología (FLAPNIE), asesora invitada de la Academia Nacional de Medicina, fundadora de la Sociedad Venezolana de Psiconeuroinmunología (SVPNI) y del Diplomado de Psiconeuroinmunología mediante educación a distancia, con la Universidad de los Andes.
Marianela ha participado como conferenciante internacional en el campo de la Psiconeuroinmunología y está considerada como una de las pioneras en el desarrollo de la PNI en Venezuela y Latinoamérica.
Actualmente Marianela dirige la Asociación Creando Salud y de MIA Evolution en Panamá.