Una de las etapas con mayor transformación en la vida es la adolescencia, un espacio temporal para hacer inmersión en el autoreconocimineto, en la vida social, profesional y amorosa sin ser adulto y tampoco niños.
No es el plato fuerte de la vida, tampoco es la entrada, allí radica su complejidad en cuanto a la disciplina. Esa que hace que se exijan cosas de grandes, pero sin tener derechos de adultos.
En esta etapa muchas heridas de la niñez se intensifican y otras quedan atrás por el propio proceso de desarrollo y descubrimiento de fortalezas personales. En cuanto a la crianza, pareciera un terreno dinamitado para muchos padres.
Hoy queremos compartir con ustedes una guía general para ayudarles en esta importante gestión: ser un guía socioemocional, sin perder la investidura de la paternidad. Muchos piensas que los castigos y la severidad es la herramienta para lograr la “disciplina que conocen”.
Sin embargo, comprender que la corrección de una conducta y comportamiento se da desde la reflexión interna de cambio, nos exige como padres que debemos conectar con su realidad y hacerles ver nuestro enfoque, para que comprendan las consecuencias naturales de las acciones.
Índice
Claves para padres del Siglo XXI
1. Estimule la autoestima de su hijo
Las personas comenzamos a desarrollar el sentido del yo desde bebés, cuando nos vemos a través de los ojos de los padres.
Tus hijos asimilan tu tono de voz, tu lenguaje corporal y todas tus expresiones. Tus palabras y acciones como padre tienen un impacto en el desarrollo de su autoestima más que ninguna otra cosa. El elogio de los logros, aunque sean pequeños, hará que tus hijos estén orgullosos; permitirles que hagan cosas por sí solos los hará sentir que son capaces y fuertes. Por el contrario, los comentarios denigrantes o las comparaciones negativas con otros los hará sentir inútiles.

Evita las afirmaciones hirientes, pueden causar el mismo daño que los golpes físicos. Elige las palabras con cuidado y sé compasivo. Diles a tus hijos que todas las personas cometen errores y que usted aún los ama, incluso cuando no apruebe su comportamiento.
En el adolescente es muy importante tener claro este mensaje para mantener la confianza.
2. Reconoce las buenas acciones
¿Has pensado alguna vez cuántas veces al día tienes reacciones negativas para con sus hijos?
Es posible que descubras cómo los criticas muchas más veces de las que los felicita.
¿Cómo se sentiría si un jefe lo tratara de un modo tan negativo, incluso si fuese con buenas intenciones?
El enfoque más positivo es reconocer las buenas acciones: “Hiciste la cama sin que te lo pidiera, ¡eso es genial!”, o “Te estaba mirando mientras jugabas futbol y fuiste muy constante”. Estos comentarios serán mucho más eficaces para alentar la buena conducta a largo plazo que las reprimendas continuas.
Proponte encontrar algo para elogiar todos los días. Sea generoso con las recompensas: su amor, sus abrazos y elogios pueden hacer maravillas y suelen ser suficiente gratificación. Pronto descubrirá que está “cultivando” en mayor medida el comportamiento que desearía ver.
3. Establece límites y sé coherente con la disciplina
En todas las casas es necesaria la disciplina. El objetivo de la disciplina es ayudar a que TODOS elijan los comportamientos aceptables y aprendan a autocontrolarse. Es posible que pongan a prueba los límites que tu estableces, pero son imprescindibles para que ellos se conviertan en adultos responsables.
Poner reglas en la casa ayuda a que entiendan las expectativas y desarrollen el autocontrol. Algunas reglas pueden incluir, por ejemplo, no salir de fiesta sin que estén hechas las labores domésticas asignadas y no permitir los golpes, los insultos ni las burlas hirientes.
Es recomendable que implementes un sistema: una advertencia seguida de consecuencias, que pueden ser una penitencia o la pérdida de privilegios.
Un error frecuente que cometen los padres es no seguir adelante con las consecuencias. No puedes disciplinar a tus hijos por una mala conducta un día e ignorar el hecho al día siguiente. Ser consistente les enseña qué es lo que tú esperas y allí está el secreto para lograr la fluidez en el comportamiento.
4. Planifica un tiempo para sus hijos
A menudo es difícil que los padres y los hijos se reúnan para una comida en familia, ni pensar en que pasen juntos tiempo de calidad.
Sin embargo, es probable que no haya nada que a los integrantes de una familia saludable les gustaría más que eso. Levántate 10 minutos antes a la mañana para poder desayunar junto a tus hijos o deja los platos en el fregadero y sal a caminar después de cenar.
Los hijos que no reciben la atención que desean de sus padres a menudo sobreactúan o se comportan mal porque, de ese modo, están seguros de que recibirán su atención. Y en el caso del adolescente, estas demandas de atención suelen ser por comportamientos extremos.
Muchos padres descubren lo gratificante que es programar tiempo para pasar con sus hijos adolescentes cuando logran conectar con sus intereses. Programa una “noche especial” cada semana para estar juntos y deja que ellos decidan como pasar el tiempo. Cuando menos lo piensas estarán pidiéndote consejos sobre su mundo, ese que tanto reservan para sus pensamientos.
Busca otras formas de relacionarte, por ejemplo, pon una nota o algo especial en la nevera.
Los adolescentes parecen necesitar menos atención individual de sus padres en comparación con los niños más pequeños. Puesto que hay menos oportunidades de que padres y adolescentes pasen tiempo juntos, los padres deben hacer su mayor esfuerzo para estar disponibles cuando sus hijos expresan el deseo de hablar o participar en actividades familiares.
Asistir a conciertos, juegos y otros eventos con el adolescente es una forma de transmitir afecto, y te permite conocer otros aspectos sobre tu hijo y sus amigos que son importantes.
No te sientas culpable si trabajas. Tus hijos recordarán las pequeñas cosas que hiciste, por ejemplo, preparar palomitas de maíz, jugar a los naipes, mirar vidrieras.
5. Sé un buen modelo a seguir
Los hijos aprenden mucho sobre cómo actuar al observar a sus padres. Cuanto más pequeños, más te imitan.
Antes de reaccionar agresivamente o enfurecerse frente a su hijo, piensa en lo siguiente: ¿es así como deseas que tu hijo se comporte al enfadarse?
Mantente consciente de que tus hijos te están observando. Los estudios han demostrado que, por lo general, los hijos que dan golpes imitan el modelo de agresión de sus casas.
Sirve de ejemplo de las cualidades que deseas cultivar en tus hijos: respeto, cordialidad, honestidad, amabilidad, tolerancia. Sé generoso. Haz cosas por los demás sin esperar una retribución. Expresa su agradecimiento y haz elogios. Por sobre todo, trata a tus hijos del mismo modo que espera que otras personas te traten a ti.
6. Haz de la comunicación una prioridad
No puedes esperar que tus hijos hagan todo solo porque tú como padre “así lo dices”.
Ellos desean y merecen explicaciones al igual que los adultos. Si no dedicamos tiempo a dar explicaciones, tus hijos comenzarán a cuestionarse los valores y motivaciones, y si estos tienen fundamentos.
Los padres que razonan con sus hijos les permiten entender y aprender sin emitir juicios de valor.
Deja en claro tus expectativas. Si hay un problema, descríbelo, expresa tus sentimientos e invita a tu hijo a que busquen juntos una solución.
No olvide mencionar las consecuencias. Haz sugerencias y ofrece alternativas. Además, mantente dispuesto a escuchar las sugerencias de tu hijo. Negocia. Los niños que participan en la toma de decisiones están más motivados a llevarlas adelante.
7. Sé flexible y mantente dispuesto a adaptar tu estilo de crianza
Si el comportamiento de tu hijo te decepciona con frecuencia, quizás se deba a que tus expectativas no son realistas.
Para los padres que piensan en “lo que se debe” (por ejemplo, “A esta altura, mi hijo debe saber que quiere estudiar”), puede ser útil leer sobre el tema o hablar con otros padres o con especialistas en el tema que te preocupa.
El entorno que rodea a tus hijos tiene un impacto en su comportamiento; por lo tanto, puedes cambiar ese comportamiento si modificas el entorno. Si continuamente tienes que decirle “no” a tu hijo, busca de algún modo reestructurar el entorno para que haya menos cosas prohibidas. Esto será menos frustrante para ambos.
A medida que tu hijo cambia, tendrás que modificar gradualmente tu estilo de crianza. Lo más probable es que lo que hoy resulta eficaz con su hijo ya no lo sea tanto en uno o dos años.
Los adolescentes suelen buscar más modelos a seguir en sus pares y menos en sus padres. Sin embargo, no dejes de orientar y alentar a tu hijo adolescente ni de impartir la disciplina adecuada mientras que, a la vez, le permites independizarse cada vez más. Y aprovecha todos los momentos que tenga para entablar una relación.
8. Demuestra que tu amor es incondicional
Como padre, tienes la responsabilidad de corregir y guiar a tus hijos.
Sin embargo, la forma en que expresas tu orientación correctiva tiene una gran influencia en la forma en la que la recibe. Cuando tengas que enfrentarse a tu hijo, evita echar culpas, hacer críticas o buscar defectos; todo esto puede debilitar la autoestima y provocar resentimiento. En cambio, haz un esfuerzo por educar y alentar, incluso cuando disciplines a tus hijos. Asegúrate que ellos sepan que, aunque deseas y esperas algo mejor la próxima vez, tu amor es incondicional.
9. Mantente consciente de tus propias necesidades y limitaciones como padre
Enfréntalo: No eres un padre o madre “perfect@”.
Tienes fortalezas y debilidades. Reconoce tus habilidades: “Soy cariñoso y dedicado” o “Soy comunicativo”, identifica esas habilidades que pones en marcha en tu oficina y te funcionan (son parte de ti).
Trabaja en tus debilidades: “Ser más coherente con la disciplina”. Intenta tener expectativas realistas para ti y tus hijos. No es necesario que sepas todas las respuestas: sé indulgente contigo mismo.
Concentrarse en las áreas que necesitan la mayor atención, en lugar de intentar abordar todo a la vez, ayuda a ir transformándote en tu propio crecimiento personal dentro de la paternidad. Admite cuando estás agotado y quítale tiempo a la crianza para hacer cosas que te harán sentir feliz como persona (o como pareja).
Centrarte en tus necesidades no te convierte en una persona egoísta. Simplemente quiere decir que te preocupas por tu propio bienestar, otro valor importante para que tus hijos tomen como ejemplo a seguir.
Para apoyarte en este recorrido recuerda que las “Habilidades Adolescentes del Siglo XXI” se pueden desarrollar (conocer programa) y que las fortalezas personales de cada uno impulsan este desarrollo.