Para ser resilientes debes autoconocerte y ser flexible a los cambios.
Esta fue la primera pregunta que leí cuando abría las páginas del libro “Los dones de la imperfección” de la autora y experta en comportamiento Brené Brown. Su discurso sobre la importancia de vivir de todo corazón era una invitación directa a mirar nuestra realidad y aceptar que buscamos encajar en el molde de otros y no pertenecer a nosotros mismos. Y debo admitirlo, las primeras líneas de aquel libro no fueron el tipo de mensaje duro y al hueso que necesitaba leer en plena pandemia y con tantos cambios ocurriendo.
Pero algo en mí hizo que continuara leyendo y a medida que me adentraba en la curiosa mente de esta psicóloga, fui descubriendo respuestas a interrogantes que sentía permanentes y me presentaron una palabra algo ajena, pero que hoy atesoro como propia: resiliencia.

Pero, ¿qué significa ser resiliente?
Es una mezcla entre adaptación, flexibilidad y mirada optimista a los dolores de cabeza que nos da la vida con frecuencia. Es lograr sonreír cuando la tendencia nos llama a llorar. Y lo que me hizo acoger esta palabra y querer aprender de ella fue que su definición enmarcaba explícitamente que tener resiliencia no es algo con lo que naces, no es un don o un talento como cantar o bailar bien tap. Es algo que construyes, educas y decides adoptar. Eso fue como música para mis oídos…
Vivimos pensando que nuestro destino ya está escrito y por eso ante las adversidades suponemos que simplemente nos tocaba pasarla mal o detener un sueño, cuando en realidad, el destino es un conjunto de decisiones que solo nosotros podemos dirigir una vez las tenemos frente. Decidimos nuestro destino, y por ende, tomamos el camino de ser resilientes, de aprender de los momentos difíciles, pero no considerar que sean nuestro destino final y permanente.
Hasta aquí todo parece tan genial, ¿cierto? Tipo, está bien… ¿dónde firmo para obtener un contrato de resiliencia? Hay algunos hábitos vitales para que este arte llegue a tu vida, ¿los exploramos a fondo?
- El poder del autoconocimiento: muchas veces me he encontrado siendo demasiado cruel conmigo misma… y hasta mi terapeuta me lo dice. ¿No sientes que a veces te exiges demasiado? ¿Incluso más de lo que realmente puedes? Dices que vas a limpiar, escribir en tu blog, llevar a tu hijo al parque y hacer 2 horas de cardio…cuando solo dispones de 4 horas libres…vamos, el hecho de conocernos bien implica reconocer nuestras destrezas, pero también nuestros límites. Establecer metas realistas nos ayudará a no exigirnos de más ni sentirnos mal por no cumplir lo pensado (aunque en el fondo ya sabías que era imposible).
- Viven el aquí y el ahora: cuando empecé a leer el libro de Brené empezaba un viaje conmigo misma y estaba conociendo a fondo la meditación. Hoy me siento como la mejor amiga de esta práctica… y una de las primeras cosas que aprendí al meditar fue estar presente, pensar exclusivamente en el ahora y dejar para su debido tiempo los problemas, asuntos pendientes y temas que mantenían mi mente dando vueltas. Y sí, las personas resilientes están en un lugar a la vez, como deberíamos estar todos en realidad. Aunque el tren apresurado de la vida esté a millón, concéntrate en prestar la debida atención a lo que requiere una decisión, movimiento o pensamiento en el momento oportuno, no en lo que tienes que hacer para la próxima semana o el camino que tomarás en 2 días. Mantente presente.
- Flexibles a los cambios: de los hábitos que menciono, este de seguro es el más retador, porque nadie nos prepara o enseña como asimilar un cambio… y menos uno inesperado. Pero lo positivo de esta flexibilidad es que nos vamos adaptando a lo que quizás podría gustarnos, pero el miedo a algo nuevo nos llega a limitar sin siquiera explorarlo. Toma cada cambio como una oportunidad de reinvención, un pasaje gratuito a crecer, aprender y quién sabe, enamorarse de una nueva aventura inesperada.
- De todo hay algo que aprender: como dije al inicio de este escrito, ser resiliente es creer que no tenemos una vida mala, sino momentos difíciles, que obviamente tienen un inicio y un final. Es común que cuando volvemos a nuestros recuerdos pasados nos encontramos con situaciones que en el momento fueron dolorosas, vergonzosas y nos causaron estrés, pero al mirarlas un par de años después, nos reímos y las recordamos sin esa sensación negativa. ¿Por qué ocurre esto? Porque lo superamos… o porque aprendimos de ello y ya saltamos esa etapa. Así mismo ocurre con los momentos duros para aquellos que practican la resiliencia, de seguro lo bueno es para disfrutar, y lo malo para aprender de ello y no volver a tomar ese camino.
Hay otros hábitos que caracterizan a las personas resilientes, las mismas las detallo en uno de los talleres que imparto a emprendedores y empresas denominado “El arte de la resiliencia”. ¿Te gustaría explorar este tema a fondo? Puedes seguirme en @marieegomezl y enviarme un mensaje directo para coordinar con tu comunidad o equipo este taller. Es una oportunidad maravillosa para conectar en estos días en que deseamos desconectarnos por tanto contenido y consumismo digital. Y no olvides comprar el libro de Brené Brown “Los dones de la imperfección”, luego podrás agradecérmelo.
María Gómez
Profesional de Publicidad y Mercadeo con énfasis en Ventas.
Estratega digital y Community Manager con más de 6 años de experiencia. Master en Dirección Comercial y Marketing Digital.
Locutora y Maestra de Ceremonias y escritora de libros de evangelización.
Columnista en Revista Mujer sobre temas de Marketing Digital y creadora de Mariee Gómez, marca personal que acompaña a empresas y emprendedores con su estrategia de contenido a través de capacitaciones y asesorías.