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Los problemas del cambio climático y el calentamiento global encuentran un nuevo abordaje propuesto por la Universidad de Harvard y con Bill Gates como mecenas.
Los efectos negativos del calentamiento global se están evidenciando ya en distintos puntos del mundo. Así, por ejemplo, la desintegración glaciar en el Himalaya, los incencios forestales en Australia, Brasil, Grecia y Turquía y las olas de calor abrumadoras en Estados Unidos y Canadá, son apenas una pequeña fracción de la cantidad de impactos negativos causados por el cambio climático, que nos urgen a buscar mecanismos correctivos.
El último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC – Intergovernmental Panel on Climate Change), finalizado en agosto de este año, destaca categóricamente cuán “inequívoco es que la influencia humana ha calentado la atmósfera, el océano y la superficie terrestre“.
Según los datos, las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono (CO2) en 2019 fueron las más altas de los últimos dos millones de años, y las concentraciones de metano (CH4) fueron las más altas de los últimos 800.000 años.
La temperatura de la superficie global ha aumentado más rápidamente desde 1970 que cualquier otro período de 50 años en los últimos 2000 años. No cabe duda de la urgente necesidad de fortalecer el compromiso de las naciones para mitigar los impactos del cambio climático.
Cubrir el sol “de polvo”
Cubrir el sol “de polvo” es, en síntesis, una manera de describir en palabras simples el nuevo abordaje propuesto por la Universidad de Harvard y Bill Gates para frenar el cambio climático. Se trata de una iniciativa que ha llamado la atención por la osadía de sus defensores, un grupo de científicos del laboratorio de geoingeniería solar de la prestigiosa Universidad de Harvard, con el nombre ScoPEx – Stratospheric Controlled Perturbation Experiment.
El proyecto es un intento de reducir artificialmente el avance de la temperatura media global, a través de un experimento de perturbación estratosférica controlada (ScoPEx). Se pretende probar el efecto de la pulverización de aerosoles (partículas sólidas muy finas) de carbonato cálcico (CaCO3) en la estratósfera, una de las capas de la atmósfera ubicada entre 10 y 50 km de altitud.
La idea es que los aerosoles den forma a una barrera reflectante para los rayos del sol, que culminarían con el enfriamiento de la superficie del planeta.
Los fondos para el desarrollo del proyecto ScoPEx provienen principalmente de fondos universitarios internos proporcionados a los profesores David Keith y Frank Keutsch, el Programa de Investigación de Geoingeniería Solar de Harvard y otras donaciones filantrópicas de varias fundaciones e individuos conscientes de la problemática del cambio climático. El multimillonario de Microsoft, Bill Gates, figura como el principal patrocinador financiero.
Los científicos ya han sido testigos de eventos similares que resultaron en una reducción de la temperatura global, citando por ejemplo el caso de la erupción del monte Pinatubo en Filipinas en 1991. Este evento desplazó cerca de 20 millones de toneladas de dióxido de azufre (SO2) a la estratósfera, creando una capa de partículas de sulfato que enfrió el planeta a unos 0,5 °C. La temperatura promedio global volvió a ser la misma después de 18 meses.
El informe del panel del cambio climático de 2018 sugirió que ScoPEx tendría el potencial de reducir la temperatura media global en 1,5 °C. Se estima que esto podría costar entre uno y diez mil millones de dólares al año. Sin embargo, la iniciativa enfrenta muchas controversias y no hay un consenso entre los científicos. Algunos afirman que rociar CaCo3 podría tener efectos impredecibles e incluso podría causar cambios extremos en los patrones climáticos de la Tierra.
Otro argumento crítico es que el proyecto puede incentivar a las personas a que dejen de preocuparse por adoptar acciones que minimicen los impactos en el clima, ya que este problema se solucionaría con el experimento.
Debido a las críticas, en marzo pasado se detuvo la utilización de un laboratorio de pruebas que sería suspendido por un globo propulsado en la estratósfera, a unos 20 km de altitud. El aparato se lanzaría en junio de este año en el centro espacial Esrange, ubicado en el extremo norte de Suecia, sobre el Círculo Polar Ártico.
De hecho, la iniciativa debe ser ampliamente analizada por la comunidad científica y debatida con la sociedad. Después de todo, puede cambiar el curso de uno de los mayores desafíos de la humanidad: el cambio climático.
FUENTE: Revista Bioika.
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