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Carmen Aparicio protagoniza una historia inspiradora que nos motiva a perseverar en el trabajo por la conservación del océano y el uso sostenible de sus recursos.
Todo comenzó con la ilusión de un grupo de niños y la vocación de su maestra, Carmen Aparicio. Cuando la docente conoció los manglares por primera vez, comprendió que a través de la enseñanza y el entusiasmo de sus alumnos podía reproducir un mensaje poderoso de conservación, con un impacto directo para las comunidades y sus familias.
Su proyecto titulado “Los Guardianes del Manglar”, lo inició hace 16 años en una pequeña aula de una escuela rural en Chame, Panamá Oeste, pero se había empezado a forjar mucho antes de que la idealista maestra se graduara de la ISAE Universidad. Luego, se extendería hacia las otras clases y más adelante, a los centros educativos vecinos.
Su éxito le permitió llegar a otras provincias y, hoy, busca impulsar la creación de un plan nacional para la conservación de los humedales, construido con la mística de Carmen y su creatividad envolvente.
Era solo una niña cuando su padre le enseñó la importancia de sembrar árboles. Con los años, Carmen Aparicio descubrió su vocación en educar a los niños y prepararlos para la vida. Cuando creó ‘Los Guardianes del Mar’, entendió que el aprendizaje debía ser sencillo y cautivador.
¿Cómo podría conseguir que un niño se sintiera atraído por la conservación de un ecosistema, en este caso de un manglar, y de paso adquiriera las herramientas para empoderarse y crecer como persona?
Lo hizo a través del canto, la poesía y el drama. Los niños aprendían sobre los manglares y luego hacían presentaciones creativas que enriquecían su formación. Al final, los niños comparten el mensaje con sus amigos y sus padres, lo que provoca un efecto rebote que cala profundamente en la mente de las personas.
“En ese primer contacto con los manglares se generó una conexión. El entorno te invita a aprender, pero también te invita a amarlo”.
comenta Carmen Aparicio.
El proyecto liderado por Carmen, hoy Directora Nacional de Educación Ambiental del Ministerio de Educación, ha calado en miles de menores en Panamá.
Ella lo explica con un ejemplo que la hace sonreír. En una ocasión, una madre le contó que su hijo le había pedido una bata de laboratorio, porque su ilusión era convertirse en científico. Al niño lo cautivó la explicación de cómo el manglar protegía a los peces pequeños de los más grandes, así que llegó a su casa y le explicó con detalle a su mamá todo sobre la conservación de los ecosistemas.
A Carmen Aparicio le ilusiona inspirar a otros, pero también que el mensaje llegue tan lejos como sea posible. El océano se lo agradecerá por siempre.
FUENTE: MarViva.
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