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El país sudamericano tiene un 75% de población con sobrepeso, una cifra desalentadora que la epidemia de obesidad amenaza con aumentar.
La salud nutricional es una preocupación en Chile, donde actualmente el sobrepeso y la obesidad se registran en cifras alarmentes. Las estadísticas recolectadas en la última encuesta nacional de salud de 2016-2017 revelan que el 75% de la población total tiene sobrepeso (40,2), obesidad (31,4) u obesidad mórbida (3,4), de modo que a estas alturas se puede hablar de una epidemia de obesidad Chile.
Y la situación amenza con empeorar si se considera la tendencia ascendente que se observa en la comparación con ediciones anteriores. El estudio del estado nutricional entre escolares de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb), que cuenta con datos más recientes de 2020, tampoco arroja resultados para la esperanza: el 54,1% de los niños padece malnutrición por exceso, cinco puntos más que en 2015 y casi 12 por encima de los resultados de 2009.
“Chile es un laboratorio de lo que va a ocurrir a nivel mundial. El país tuvo las políticas más eficientes del planeta en la segunda mitad del siglo XX para enfrentar las enfermedades infecto-contagiosas. Entonces pasamos a un modelo de desarrollo que es producto del modelo de consumo. El resultado es que el ser humano enfrenta la mayor pandemia, que no es la covid, estamos equivocados. La obesidad mata a 41 millones de personas al año, mientras que el coronavirus matará a cinco o seis millones, que es lamentable, pero uno se pregunta por qué la obesidad no tiene la misma relevancia”.
reflexiona Guido Girardi, el senador chileno artífice de la ley de etiquetado de alimentos.
Esta epidemia de obesidad mundial mata a más de 100.000 personas todos los días, incluyendo a 15 millones de personas jóvenes que no debieran morir. Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte una relación entre esta epidemia de obesidad con enfermedades potencialmente mortales como las cardiopatías, diabetes y otras.
La más reciente publicación de la OMS revela que en 2016 alrededor del 13% de la población adulta mundial eran obesos y Chile, Estados Unidos y México están a la cabeza en este problema de salud pública.
El análisis de Junaeb concluye que Chile está en una “etapa de postransición nutricional”, con las familias dejan de lado la comida casera y optando por la comida rápida y alimentos ultraprocesados en una “occidentalización de su dieta“. Así, un 16,2% de beneficiarios del Programa de Alimentación Escolar afirmó no consumir fruta y el 45,6% dijo optar por líquidos distintos del agua para saciar su sed.
Esta situación se viene dando pese a la prohibición de comercializar o dispensar productos con el sello hexagonal negro, modelo de etiquetado pionero para garantizar “el derecho a la información” a los ciudadanos sobre lo que se llevan a la boca al indicar elevados niveles de sal, grasa o azúcar.
Otras medidas se aplicarían para frenar la epidemia de obesidad como, por ejemplo, el Programa de Alimentación Saludable y Actividad Física para la Prevención de Enfermedades Crónicas en Niños, Niñas, Adolescentes y Adultos (PASAF), hoy “Elige Vivir Sano“, y otras campañas de sensibilización.
Las medidas para enfrentar la epidemia de obesidad parecen quedarse cortas. Al respecto del etiquetado se esperaría ir más allá al prohibir productos con contenido tóxico antes de que la etiqueta se deje de ver.
La sociedad civil chilena también se ha hecho eco del peligro de la epidemia de obesidad al implicarse con propuestas de un articulado que reconozca el derecho a la alimentación en la nueva Constitución, desde un ámbito académico, hasta formación nutricional en comedores sociales por parte de profesionales voluntarios.
“Al principio de la pandemia, en algunos sectores empobrecidos de Santiago de Chile hubo protestas. Los manifestantes tenían sobrepeso y se ironizó sobre ello; que por qué protestaban por hambre. La obesidad es pobreza: tienen dinero para comida, pero no para una alimentación saludable. La gente come, se mantiene viva, pero no se nutre bien y están obesos. Están malnutridos”.
afirma el académico del Departamento de Atención Primaria y Salud Familiar de la Universidad de Chile, Daniel Egaña.
La raíz del problema está en el acceso a una alimentación saludable que el chileno de clase baja no se puede permitir debido al desequilibrio salarial. Hay un 30% de la población a la que no le alcanza para una dieta equilibrada y esta cuestión está sin visibilizar. La epidemia de obesidad ha ganado terreno sobre todo porque el derecho a la alimentación está poco en el debate social del quehacer político chileno.
FUENTE: El País.
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