Un estudio sobre genomas antiguos de América revela indicios de una migración hace 1.500 años de Uruguay a Panamá y los rastros de neandertales.
Hace cerca de 1.500 años, un grupo de personas partió de lo que hoy es Uruguay y se embarcó en una dura travesía de miles de km hasta el actual territorio panameño. Esa ruta es uno de los intrigantes hallazgos de un nuevo estudio que analizó genomas antiguos de América, el último continente en ser habitado por humanos.
La investigación de científicos de Estados Unidos y Brasil, arroja luz sobre el complejo proceso de migraciones que pobló América. Se confirmó la ya conocida ruta migratoria en dirección norte-sur, pero también una inédita vía en sentido opuesto.
Los investigadores también hallaron en genomas antiguos latinoamericanos un inesperado porcentaje genético de una especie humana extinta de Asia: los denisovanos.
Restos estudiados
Los científicos estudiaron dientes de unos 1.500 años hallados en el departamento de Rocha, en Uruguay, que fueron proporcionados a los autores del estudio por los arqueólogos uruguayos Mónica Sans y Gonzalo Figueiro, del Departamento de Antropología Biológica de la Universidad de la República en Montevideo.
“Analizamos dientes de esqueletos para extraer ADN y a partir de eso hacer el análisis computacional de esos genomas antiguos. Expandimos el trabajo hasta la región donde nací. Yo crecí en el noreste de Brasil, en el estado de Ceará. Y nosotros analizamos dientes hallados en dos sítios en el estado de Pernambuco: Pedra do Tubarão y Alcobaça”.
señaló el arqueólogo brasileño André Luiz Campelo dos Santos, autor e investigador de la Universidad Florida Atlantic.
También se analizaron dientes de aproximadamente 1.000 años de antigüedad encontrados en dos sitios arqueológicos de Brasil. El ADN obtenido de los dientes permitió la secuenciación completa de los genomas antiguos.
“Buscamos analizar dientes en lugar de huesos, porque el ADN dentro de los dientes tiene más protección. El hueso es más poroso y expuesto al ambiente”.
explicó el arqueólogo.
Los genomas antiguos en Uruguay y el noreste de Brasil también fueron comparados con otros provenientes de múltiples sitios del continente, incluyendo Estados Unidos, sureste de Brasil y Panamá, que ya habían sido publicados por otros grupos de estudio.
La Ruta Norte-Sur
El análisis confirmó la migración desde el noroeste del continente americano (a partir del estrecho de Bering y Alaska) hasta América del Sur, muy probablemente por la costa del Pacífico. Campelo dos Santos explicó que los humanos que llegaron a América del Norte probablemente venían del centro de Asia (Mongolia a Siberia).
“Desde allí fueron subiendo al extremo noreste de Asia y cruzaron el estrecho de Bering, que en el pasado era un gran puente terrestre (llamado puente de Beringia) por el bajo nivel del mar. Tras cruzar el estrecho fueron a Alaska y de allí al norte de Canadá, y luego se dispersaron en el resto de América”.
explica Campelo dos Santos.
Con base en el análisis comparativo del material genético entre los individuos, los científicos logran establecer el sentido de la migración, determinando si fue de norte-sur o sur-norte. Para este análisis se considera también el factor edad para establecer un vínculo genealógico. Este análisis, denominado filogenético, establece quién sería el ancestro y quién el descendiente.
“Así vimos que los ancestros en general eran de América del Norte y los descendientes ya eran de América Central y de América del Sur, por lo que la migración debe haberse iniciado en América del Norte y luego descendido hasta Sudamérica”.
continúa el arqueólogo.
La sorprendente migración de Uruguay a Panamá
También con análisis filogenético se constató por primera vez la existencia de una ruta sur-norte. El hallazgo de rutas migratorias a través de sitios cercanos al Atlántico, independientes de las del Pacífico, fue uno de los mayores logros de la investigación.
De ahí se infirió el hito de una migración entre Uruguay y Panamá, a lo largo de más de 5.200 km, probablemente hace unos 1.500 años.
Se halló una sorprendente afinidad genómica entre los restos de la ruta sur-norte. Dada la gran similitud hallada entre los genomas de Uruguay, el sureste de Brasil, el noreste de Brasil y Panamá, se concluye que comparten material genético. El origen de esa similitud puede originarse en el sureste de Brasil, desde donde, se presume, hubo una expansión tanto al noreste de Brasil como a Uruguay, y desde ahí, otra expansión hacia el norte.
Aquellos viajeros que emprendieron su gran migración hace 1.500 años eran similares a los indígenas latinoamericanos de nuestros días. Es que las etnias del presente fueron modificadas debido al contacto con los colonizadores europeos, pero las etnias del pasado tienen algunas características comunes entre sí.
“Tenían la cultura de hacer pinturas rupestres, como las que se ven en el noreste de Brasil. Tenían también rituales funerarios y enterraban a sus muertos, a veces en una tumba colectiva”.
señaló el investigador.
Rastros neandertales y denisovanos
Otro hallazgo tiene que ver con la presencia de rastros genéticos de especies extintas en genomas antiguos de América Latina.
Hoy, el género humano es definido por nuestra especie, homo sapiens, los “humanos modernos“, pero en el pasado hubo otras especies humanas; una de las últimas, la de los neandertales, que ocuparon Eurasia, desde España hasta Siberia, llegó a convivir con los humanos modernos.
Otra especie humana también desaparecida es la de los denisovanos, que vivieron en Asia y posiblemente se expandieron hasta Oceanía. En Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Australia y Polinesia es posible encontrar trazas genómicas de denisovanos. Aunque las tres especies convivieron, hoy en día solo persisten los humanos modernos.
“La relación en el pasado no necesariamente era de conflicto. Muy probablemente la desaparición de los neandertales y los denisovanos se dio por asimilación, ya que acabaron siendo asimilados en los grupos de humanos modernos. Por eso hoy en día, básicamente todas las poblaciones del mundo menos las africanas subsaharianas poseen un porcentaje de ADN neandertal y un porcentaje menor de ADN denisovano”.
cuentan los investigadores.
El estudio constató en los genomas antiguos una mayor presencia de ADN neandertal y menor de ADN denisovano. Pero había una enigmática excepción. Las muestras antiguas de Uruguay y de Panamá, solamente ellas, tienen una señal genética mayor de denisovano que de neandertal, situación inexplicable y muy intrigante que infundió entre los investigadores el deseo de hallar otros genomas antiguos que muestren esa misma señal.
El misterioso rastro de Australasia
John Lindo, profesor de Antropología de la Universidad Emory en Estados Unidos y también autor del estudio, señaló que mientras cientos de genomas antiguos completos de Europa han sido secuenciados, solo se han secuenciado cerca de una decena de genomas antiguos completos de Sudamérica.
Todavía hay interrogantes que los investigadores intentan responder. Además de la mayor proporción de ADN denisovano en los restos de Uruguay y Panamá, está el misterio planteado por un rastro genético proveniente de Australasia.
Esto significa una señal mayor de afinidad genética con individuos modernos de Oceanía, incluyendo Australia y Papúa Nueva Guinea, que con otras poblaciones no americanas.
En otras palabras, hay una señal de afinidad genómica mayor con individuos de Oceanía que con individuos de Europa o de Asia, por ejemplo. Otros dos grupos de investigación ya habían constatado antes esa señal genética de Oceanía en el sureste de Brasil y en una tribu de Brasil, los suruí del Amazonas, por lo que se pensaba que la señal de Australasia solo existía en América del Sur. Y ahora fue detectado también en los restos de Panamá.
Los científicos desconocen cómo el rastro genético de Australasia llegó a América. Los genomas antiguos en individuos de Norteamérica carecen de esta señal, por lo que se concluye que no pudo haber llegado por el estrecho de Bering y desde el noroeste de Norteamérica, sino por otras rutas aún desconocidas. El arqueólogo brasileño y sus colegas consideran “todas las hipótesis“, incluyendo que la señal genética de Australasia haya llegado por rutas del Pacífico.
En Alcobaça, noreste de Brasil, se hallaron restos estudiados. Fuente: Henry Lavalle, Universidad de Pernambuco.
“Tal vez en el pasado el nivel del mar era más bajo y había más islas, por lo que era más fácil hacer esa migración de isla en isla, pero esto es solo una conjetura, una hipótesis, no tenemos por ahora ningún indicio de que esto sea correcto”.
concluyó Campelo dos Santos.
FUENTE: BBC.