Cuando la guerra es el tema que monopoliza nuestra atención desde todos los flancos, los padres pueden tener que explicarle a sus hijos qué está pasando de una forma que puedan procesar.
Después de que Hamás lanzara un ataque sorpresa contra Israel, las noticias –y nuestras conversaciones diarias– se han visto consumidas por las menciones a los turistas extranjeros desaparecidos en la zona de conflicto, los muertos de distinta nacionalidad y el devastador impacto que el hecho ha tenido en las familias israelíes.
Muchos padres se sienten abrumados por los detalles del conflicto, tanto como para no querer abordar el tema con sus hijos.
Después de todo, es natural querer proteger a los hijos de cualquier tema que podría ocasionarles temor. Pero lo cierto es que, tanto si los padres mencionan el conflicto como si no lo hacen, los niños pueden enterarse por otros canales, como sus profesores, amigos u otros adultos.
La doctora Deborah Gilboa, experta en crianza de hijos, explicó al programa TODAY que es mejor esperar a que los niños tengan 8 años o más para hablar de acontecimientos mundiales graves como atentados terroristas, el crimen o la guerra, “pero, si pueden oír hablar sobre esos hechos en cualquier otro sitio, es mejor hablar sobre el tema a cualquier edad“. Antes de decir nada a los niños, asegúrese de procesar primero sus propios sentimientos.
“Una conversación con su hijo sobre un tema que lo asusta y le es incomprensible, no es el momento apropiado para expresar sus emociones. Tómese su tiempo para procesar la información antes de lanzarse a una conversación con su hijo. Piense primero en lo que quiere que su hijo sepa o aprenda. Por ejemplo, es probable que no necesite saber detalles concretos sobre el conflicto. En su lugar, quizá quiera que sepa que la guerra está lejos y estamos a salvo”.
afirmó Gilboa.
La experta recordó a los padres que no tienen por qué tener todas las respuestas. Reflexionar juntos sobre un problema ayuda a los niños a aprender a manejar sentimientos ambiguos. “Les da práctica para pensar sobre cosas difíciles“, afirmó. Gilboa añadió que debe abordarse el tema de la guerra con los niños dependiendo de su edad.
De preescolar a los 8 años
El consejo de Gilboa para el caso de los niños más pequeños es darles información objetiva con un valor personal. Debe ser breve y clara. Los mensajes podrían incluir: “Hay una guerra muy lejos donde hay soldados de América [cerca]. Estamos a salvo, pero es algo importante [que está ocurriendo]“.
“Si le hacen una pregunta de seguimiento, de la respuesta de forma sencilla y refuerce [sus valores]“, explicó.
Así, si un niño pregunta: “¿Por qué están peleando?”, los padres pueden decir: “Pelean sobre quién debe estar al mando, pero está [pasando] lejos de aquí“.
Es fundamental que los padres tranquilicen a sus hijos y mantengan un diálogo abierto.
Es muy útil decirle a su hijo: ‘Cuando tengas más preguntas, ven a hablar conmigo’. No “si”, sino “cuando”. El cuando abre la puerta más que el ‘si’“, explicó.
De los 8 a los 10 años
Gilboa instó a los padres a mantener el mensaje simple y compartir una lección sobre lo que es importante para su familia. Cuando los niños sorprenden a los padres con preguntas sobre la guerra, no pasa nada si los adultos no están preparados para abordar el tema. Deben reconocerlo y volver sobre el tema más tarde. Podrían decir algo como “soy la persona adecuada para que le hagas la pregunta” ayuda a los niños a entender que los padres son una fuente de confianza.
“Bríndese espacio para respirar y decidir cuál es la lección“, indicó.
Aunque un niño que pregunta sobre la guerra puede atrapar desprevenidos a sus padres, el hecho encierra una ventaja: saber qué preocupa a sus hijos.
“[Se trata de] saber cuáles son las respuestas que buscan“, añadió.
Los niños en plena pubertad
Los padres deberían empezar preguntando a sus hijos en edad púber qué saben sobre la guerra. Luego pueden responder a las interrogantes específicas de sus hijos.
“Tendemos a suponer que nuestros hijos se sienten de una determinada manera y nos equivocamos una considerable cantidad de veces. [Esa realidad] les permite [a sus hijos] empezar desde donde están, en lugar desde donde nosotros pensamos que se encuentran”.
subrayó la experta.
Hacer preguntas también brinda la posibilidad a los padres orientar a sus hijos hacia hechos verificables.
“Podemos corregir así cualquier concepto erróneo“, amplió Gilboa.
Si los padres no saben la respuesta a algo, deben tratar de encontrarla con sus hijos. Eso ofrece la ventaja añadida de enseñar a los niños dónde encontrar información fiable y cómo pensar críticamente sobre las fuentes.
“Cuando ve cómo aprenden, se convierte en parte del proceso y de la conversación“, explicó.
Para los adolescentes
Los padres deben empezar preguntando a sus hijos adolescentes qué saben sobre la guerra en curso, y compartir con toda la información objetiva que puedan. Pero luego deberían preguntarles qué opinan al respecto y dónde obtienen su información.
“Los adolescentes quieren saber lo que piensan los adultos al respecto y son muy influenciados por ello. Pero también son influenciados por otras personas”.
afirmó Gilboa.
Los padres pueden ayudar a sus hijos adolescentes “a pensar de manera crítica sobre dónde obtienen su información y de dónde vienen sus creencias“.