Más parecidos de lo que creemos ser. François Brunelle parece probarnos que en el fondo todos somos uno mismo, convirtiendo a dos perfectos desconocidos idénticos, en arte puro.
Se dice que ahí afuera, en cualquier lugar del mundo, podemos hallar a alguien que, sin compartir ADN, sea físicamente idéntico a nosotros mismos. Son hasta siete los dobles con los que tal vez no nos cruzamos aún.
Las coincidencias ocurren, quizás, a la vuelta de la siguiente esquina, terminemos encontrándonos con un rostro familiar, una suerte de reflejo vivo. El proyecto de François Brunelle ha querido acercarnos a estas raras ocurrencias.

El fotógrafo canadiense François Brunelle está fascinado con el rostro humano y esta cuestión de si cualquiera tiene un doble en alguna parte de la Tierra que se parezca exactamente a ellos. Su fascinación le ha llevado a viajar por diferentes países del planeta con el objetivo de encontrar parejas de desconocidos idénticos físicamente, un fenómeno conocido como sosia.
El resultado de ese periplo es su serie I’m Not a Look-Alike iniciada en 1999. Más de dos décadas después el proyecto reúne una colección de retratos en blanco y negro de aproximadamente 250 parejas de desconocidos idénticos en 32 ciudades del mundo.
La enorme colección de Brunelle es un testimonio del misterioso y extraño fenómeno que ha cautivado a los humanos durante siglos, que tiene sus raíces en la tradición paranormal y que sigue siendo objeto de numerosas películas de terror y series de ciencia ficción. La búsqueda de un doppelganger también ha dado lugar a bases de datos en Internet dedicadas a encontrar desconocidos idénticos mediante reconocimiento facial.
Los desconocidos idénticos se dan cita en el estudio del fotógrafo en el momento de hacer el retrato, dando lugar a un momento especial en el que los protagonistas descubren que su parecido va mucho más allá del físico. Centrados en la iluminación y el ángulo, los extraños retratos carecen de color para resaltar las estructuras faciales en lugar de las variaciones en el pelo y la piel.
No obstante, los sujetos no son dobles exactos. “Una pareja muy perfecta de parecidos sería aburrida”, dice Brunelle- y es fácil identificar sus similitudes y diferencias al posar tan cerca” afirma Brunelle.
Se parecen, no mucho más y es eso lo que fascina de la exposición fotográfica. Que alguien, en este mundo, se mire en el espejo y vea más o menos lo mismo que otro ven en espejos distintos.
FUENTE: Cultura Inquieta / Blog de Wordpress.
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