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Ahora que el cambio climático está bajo la lupa, es importante familiarizarse con el concepto de la justicia climática y su relación con el calentamiento global
En los últimos años, diversas poblaciones han padecido una serie de fenómenos derivados del cambio climático sin tener necesariamente una responsabilidad directa por ellos, adoleciendo de una carencia de justicia climática. Por ejemplo, olas de calor, sequías, incendios forestales o tormentas extremas han afectado a localidades del continente africano, pese a que su nivel de responsabilidad en el cambio climático no es tan cuantioso.
Es preciso entender de dónde proceden las emisiones, a quiénes perjudica el cambio climático y cómo ambos patrones se cruzan con otras formas de injusticia si se busca disminuir la incidencia de estas situaciones y proteger a los más vulnerables.
1. Origen de las emisiones
Observar las emisiones de gases de efecto invernadero per cápita -o por persona- de un país es un indicador de su nivel de responsabilidad en el cambio climático, y no necesariamente del nivel de afectación directa que sufrirá. Hablar de justicia climática implicaría que, para un país, a mayor nivel de emisiones, mayor es el daño que recibirá proporcionalmente y sabemos que en la realidad, no es así.
Analizando el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero per cápita, Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos, Australia y Canadá superan por mucho al mayor emisor de gases de emisiones por país que sería China. Y todos superan a varios países de África.
2. Totalidad per cápita
Las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de la quema de combustibles fósiles necesaria para las industrias, comercios, hogares, escuelas y la producción de bienes y servicios, como alimentos, transporte e infraestructuras. Estas actividades son mayores en sitios con mayor concentración demográfica.
No puede hablarse de una justicia climática cuando es tan grande la diferencia existente entre África y Estados Unidos en términos de toneladas métricas de emisiones de dióxido de carbono.

Un aumento en las emisiones de un país no necesariamente estaría vinculado a la producción de elementos esenciales para el bienestar humano. Aunque aumenten las medidas de bienestar humano, los aumentos en las emisiones son relativamente pequeños hasta lograr cierta estabilidad. Los países con altas emisiones pueden reducir sus emisiones sin sacrificar el bienestar de sus poblaciones; no así los países con menores ingresos y emisiones.
3. El papel del desarrollo humano
El Índice de Desarrollo Humano (IDH) es un indicador de las Naciones Unidas que señala el nivel de desarrollo de la población de determinada zona. En los países con emisiones de dióxido de carbono per cápita más bajas, el índice de desarrollo humano es bajo. Estos países apenas y cuentan con los recursos para enfrentar las consecuencias del cambio climático que les niega la ansiada justicia climática.
Ahora que se busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el próximo medio siglo, países con niveles de desarrollo inferior seguirán requiriendo inversiones en rubros como la electricidad, educación y atención sanitaria, de modo que sería injusto exigirles que hagan una disminución en sus inversiones.
4. Responsabilidad por las emisiones
Las emisiones de gases de efecto invernadero se acumulan con el tiempo. El dióxido de carbono se asienta en la atmósfera cientos de años y su tendencia a fijar el calor es lo que ha impulsado el cambio climático. De la totalidad de gases de efecto invernadero acumulados, algunos países y regiones son mucho más responsables que otros.
Por ejemplo, Estados Unidos ha emitido más de una cuarta parte de todos los gases de efecto invernadero mientras que África entera ha emitido sólo un 3%.
5. Diferencias de emisiones entre países
Es importante considerar los patrones de riqueza como una variable que incide en la búsqueda de la justicia climática. Se habla de los beneficios surgidos del uso de combustibles fósiles, distribuidos desigualmente entre los países. El Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo y Oxfam reveló que el 5% de la población mundial fue responsable del 36% de los gases de efecto invernadero entre 1990 y 2015. La mitad más pobre de la población fue responsable de menos del 6%.
Estas desigualdades se deben a la falta de acceso a la energía por parte de la mitad más pobre de la población mundial y el elevado consumo de los más ricos evidenciando que las acciones de unos pocos grandes emisores podrían reducir el impacto climático de una región.
6. Empresas responsables
Más de un tercio de las emisiones mundiales de carbono procedentes de los combustibles fósiles y el cemento, acumuladas durante el último medio siglo se pueden atribuir directamente a 20 empresas, principalmente productoras de petróleo y gas, según el informe Carbon Majors. De estas 20 empresas, las 5 primeras fueron responsables del 8% de emisiones y las 10 primeras del 16% de emisiones.
7. Principales afectados
Países y regiones pobres suelen enfrentarse a mayores riesgos derivados del cambio climático, por lo que no basta con entender de dónde vienen las emisiones para hablar de una verdadera justicia climática.
Muchos de los países y regiones más afectados tienen poca responsabilidad en la acumulación de emisiones de gases de efecto invernadero que impulsan el cambio climático y al mismo tiempo, son los que disponen de menos recursos para protegerse.
8. Países más vulnerables
El nivel de vulnerabilidad de los países depende de factores como la seguridad alimentaria, la disponibilidad de agua, la salud, los servicios de ecosistemas e infraestructuras, incluida la energía. En este sentido, los países más vulnerables son los estados insulares y los que están en el África subsahariana y el sur de Asia.
Los impactos climáticos afectan a las personas en distintos niveles en función de su acceso a recursos y su participación en la toma de decisiones. Hay países o regiones con más posibilidades que otras de protegerse de los daños climáticos.
9. Un acuerdo de justicia climática
Las cuestiones relativas a la justicia climática son materia de negociaciones de la COP26 y lo seguirán siendo en ediciones posteriores. Entre las cuestiones consideradas se habla de la importancia del apoyo financiero a los países pobres y la necesidad de invertir en energías renovables.
Al final, muchas de las cuestiones más importantes desde el punto de vista de la justicia deben tratarse a nivel local de los países antes de proceder al nivel internacional.
Mediante el diseño de planes locales y nacionales para proteger a las personas más vulnerables, así como de leyes y otras herramientas para responsabilizar a las empresas, es como los países podrán producir cambios positivos que abran paso a una justicia plena y, por supuesto, a una justicia climática también. Sigue de cerca nuestra cobertura de la conferencia COP26 aquí.
FUENTE: Expok.
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