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Científicos expertos en el cambio climático estiman los cambios que experimentará el mundo a causa del clima para un posible 2060.
En la segunda y última semana de negociaciones de la conferencia climática COP26, los representantes de los casi 200 países reunidos en Glasgow, se han planteado posibles escenarios que buscan predecir cómo es el mundo en el que el ser humano tendrá que vivir en las décadas venideras, vislumbrando un posible 2060 que da qué pensar. Esta predicción viene a ser impulso para el compromiso requerido de romper con la trayectoria creciente de emisiones de gases de efecto invernadero.
El propósito de la conferencia ha sido lograr un compromiso mundial en favor de acciones efectivas que eviten que el calentamiento global se encamine hacia los 4 grados y se mantenga dentro del margen de seguridad fijado por los científicos, entre los 2 y los 1,5 grados. Se trata de un compromiso serio que exige que las naciones reduzcan de forma drástica y urgente su consumo de combustibles fósiles, el alimento fundamental del crecimiento económico.
Los expertos encargados por la ONU para el sondeo del calentamiento global, el grupo IPCC, advierte que fenómenos climáticos son cada vez más intensos y frecuentes siendo evidencia del carácter urgente de la toma de acciones para contener el calentamiento.
En su informe presenta una serie de escenarios posibles que predicen cómo sería el mundo en décadas venideras como consecuencia del calentamiento. Se trata de un atlas de futuros posibles, como explica José Manuel Gutiérrez, director del Instituto de Física de Cantabria y coordinador del proyecto en el que participan el CSIC y la empresa tecnológica Predictia.

Un posible 2060: escenario pesimista
El escenario más negativo posible, consecuencia de las indiferentes emisiones de gases de efecto invernadero que no se frenan y continúan con el ritmo creciente actual, conduce a un calentamiento acelerado y a un incremento medio de la temperatura mundial de 4 grados.
En este escenario consideremos a una niña y a su abuelo, los dos de España o Italia. A lo largo de su vida, el abuelo ha visto subir la temperatura en uno o dos grados desde 1950. En este escenario, la nieta vería un ascenso de 4 grados desde 2010 a 2080.
El abuelo ha visto como el calor extremo pasaba de 4 a 10 días anuales; la nieta los verá llegar a 33. Los periodos de sequía no han cambiado mucho durante la vida del anciano, pero su nieta podría verlas pasar de 80 a 96 días de media.
Un posible 2060: escenario optimista
El escenario es el que resultaría de la aplicación de planes drásticos y rápidos de reducción de emisiones de efecto invernadero, hasta su práctica eliminación a partir de la segunda mitad de siglo. Este escenario es la meta del Acuerdo de París, que busca que el calentamiento global se quede entre los 1,5 y los 2 grados respecto a los niveles preindustriales (ahora ya estamos en 1,1 grados).
En este escenario optimista los días de calor extremo que sufriría en 2070 la nieta pasarían de los 33 del escenario pesimista a 14.
Nuestra situación actual
Lamentablemente, después de dos siglos de emisiones crecientes de gases que permanecerán durante muchas décadas en la atmósfera, es imposible revertir el aumento de la temperatura. Lo máximo a lo que puede aspirar la humanidad en estos momentos es a limitar ese aumento.
La cuestión del cambio climático tiene implicaciones territoriales porque a los que más daño les hará el calentamiento es a los que menos responsabilidad tienen: los países más pobres y que menos han emitido. Al mismo tiempo la cuestión es también generacional, porque las peores consecuencias de ignorar sistemáticamente las alertas científicas sobre los gases de efecto invernadero las afrontarán las generaciones futuras.
Si los planes a corto y medio plazo de los países propuestos en la conferencia climática se aplican, el ritmo que llevarán las emisiones durante la década conducirá a un calentamiento de unos 2,7 grados, según la última evaluación realizada por Naciones Unidas. Se necesita que los países endurezcan más sus planes de recorte de emisiones. De cumplirse las promesas de los países y los planes de desarrollo, para mitad de siglo el incremento podría estar en la senda de los 1,8 grados como sostiene la Agencia Internacional de la Energía, IEA.
“Lo que realmente importa es que las promesas estén respaldadas con medidas a corto y medio plazo que proporcionen confianza en que se pueden lograr“
Anne Olhoff, economista de Naciones Unidas.
Aunque es cierto que las promesas y metas de futuro de los países involucrados parecen no ser consecuentes con los planes concretos de recorte de emisiones de aquí a 2030, el compromiso está hecho y el retorno de beneficio es innegable. Es menester contribuir con nuestra parte para, eventualmente, ser recibidos con un posible 2060 optimista y venturoso.
FUENTE: El País.
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