Esto a su vez será un respiro para la naturaleza, que podrá aumentar su capacidad de recuperación y en el mejor de los casos alcanzar el equilibrio perdido durante el siglo pasado.
¿Se imaginan ustedes cómo nos recordará la generación de nuestros tataranietos dentro de unos 100 años? ¿Lo harán con admiración y agradecimiento, o lo harán con tristeza y decepción? ¿Seremos “los héroes” de principios de milenio, que supimos unirnos y superar esta guerra mundial contra un enemigo invisible y común a toda la humanidad? O por el contrario, ¿nos verán con indignación como “los villanos”, que por nuestros propios miedos y egoísmos no pudimos hacer los cambios necesarios dejando caer al mundo en un momento oscuro, de pérdidas irreversibles en lo ambiental, lo social y lo económico?
¿Qué lecciones aprendidas habremos superado y heredado a nuestros descendientes?
En un ejercicio puramente especulativo, me atrevo a afirmar que muchos de los errores que hemos venido cometiendo, de manera impune y consciente desde hace varias décadas, se habrán terminado y habrán dejado de ser una amenaza para nuestra evolución.
En el pasado seres consumistas. ¿Y en el futuro?
Dice el refrán: “A grandes males, grandes remedios”. Nadie sabe cuánto va a durar este período de pandemia por el Coronavirus: Los más optimistas ya han postergado varios meses más su pronóstico. La solución no va a ser simple y va a requerir de varios cambios drásticos en nuestra manera de vida y de la cooperación de todos.
De continuar este confinamiento varios meses más vamos a generar trasformaciones permanentes en nuestro comportamiento como individuos y como sociedad. Después de cuatro meses, veo algunos cambios que empiezan a notarse en nuestra nueva rutina:
- Disminución del Consumo. No sé si también les estará ocurriendo a ustedes: En nuestro hogar, con mi esposa y mis dos hijos “milenials”, hemos disminuido el consumo de combustibles, de ropa, y de artículos desechables. Nos concentramos en comprar lo más importante para la vida diaria: alimentos, productos de limpieza, y poco más. Si la tendencia generalizada continúa por varios meses más, el mundo tendrá que adaptarse a una población con una velocidad de consumo más lenta. Esto a su vez será un respiro para la naturaleza, que podrá aumentar su capacidad de recuperación y en el mejor de los casos alcanzar el equilibrio perdido durante el siglo pasado. Toda la comunidad científica venía pidiendo este cambio en los hábitos de consumo. Paradójicamente, lo que no han podido lograr los gobiernos ni las Naciones Unidas, se está logrando por el COVID-19. ¿Perdurará nuestro menor consumo después de la pandemia?
- Más importancia al hábitat Local. Me refiero a reformas o mejoras en algunas cosas en el hogar. En mi casa hemos ordenado el desván, la cocina, la despensa, las habitaciones, etc. Estamos regalando cosas del pasado que teníamos guardadas y no utilizamos. Hemos aprendido a compostar y reciclar la mayor parte de los residuos de la casa. Estamos intentando tener una vida más saludable cocinando más sano, haciendo ejercicio, meditando, etc. Me pregunto si este cambio de tendencia es resultado del encierro que estamos viviendo. Sinceramente creo que esta situación nos ha hecho interesarnos más por nosotros mismos y por el entorno en que vivimos.
- Desarrollo de las tecnologías de comunicación remota. Creo que todos estamos de acuerdo en que no habría podido implementase este confinamiento mundial si la tecnología no hubiera avanzado tan rápidamente y millones de personas en todo el mundo no se hubieran adaptado tan rápidamente al uso de la tecnología. El número de personas que tiene teléfono celular es de 5.200 millones y los que tienen acceso a internet alcanzan 4.500 millones, es decir casi un 70% y un 59% de la población total, respectivamente. Esto ha permitido que millones de trabajadores en el mundo lo estén haciendo de manera remota y en muchos casos más productiva. Gran parte de la humanidad ha podido comunicarse con otras personas a pesar del confinamiento. Es verdad que las clases más desfavorecidas están llevando la parte más difícil (muchos trabajos humildes e informales se han perdido y muchos niños no han podido continuar su educación a distancia en escuelas públicas).
- Regeneración de las familias. En este sentido los resultados han sido muy distintos dependiendo de cada caso. Los más afortunados han podido arreglárselas para que cada miembro de la familia pueda atender sus requerimientos de vida independiente, como la posibilidad de trabajo remoto, otros han multiplicado los espacios de tiempo de calidad entre padres, hijos y hermanos. Otras familias, por el contrario, han vivido un verdadero infierno por causa del encierro. Los espacios reducidos o las malas relaciones personales han convertido la convivencia en una bomba con estallidos de violencia familiar. Como suele suceder, por desgracia, las mujeres y los niños están llevando la peor parte en estos casos. A pesar de todo, creo que existe una gran oportunidad de replantearnos las relaciones con quienes convivimos día a día y confío en que los seres humanos aprenderemos mucho de esta experiencia para bien de las futuras generaciones.
- Entendimiento de la interrelación entre todos los sistemas de la vida con el universo. Quizá alcanzar este momento de mayor consciencia nos llevará algunos años más, pero definitivamente el COVID-19 está acelerando esta comprensión universal. La cantidad de información nueva de alta calidad que estamos recibiendo de muchas fuentes distintas, como universidades y centros de conocimiento, está ocurriendo a una velocidad exponencial. Probablemente las nuevas generaciones están listas para recibir esta información y hacer los cambios sociales, económicos, ambientales, políticos, morales y espirituales necesarios para transformar el mundo en un sitio amable, sostenible, y solidario.
Si esto llegara a darse, como muy probablemente ocurra, nuestros tataranietos del año 2120 estudiarán el pasado en sus lecciones de historia, y vean estos años de la pandemia del Coronavirus como un nuevo renacimiento de la humanidad, que nos impulsó a sacar lo mejor de nosotros mismos para superar el desafío y dar un salto cuántico necesario para una nueva era de armonía respetuosa con la naturaleza y de una nueva comprensión de nuestra unidad universal.
Todos estamos llamados a ser co-creadores de este cambio. Y el comienzo pasa porque cada uno de nosotros desarrolle la capacidad de imaginar un futuro mejor.
Esteban Echavarria
Experto en liderazgo, estrategia de sostenibilidad y cultura de la felicidad.
Ingeniero MBA, con experiencia de más de 25 años como country manager y regional manager de Centro América y gerente de sostenibilidad para Latinoamérica en empresas multinacionales en 5 países.
Hoy es mentor de Gerentes generales, consultor en felicidad y en sostenibilidad empresarial, profesor de programas de maestría, conferencista y emprendedor.
Además colabora como miembro de juntas directivas en empresas de Costa Rica y Colombia.
Esteban es un apasionado creyente de que la felicidad y la sostenibilidad son los nuevos desafíos de las empresas en el futuro cercano.