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El científico, inventor y escritor británico James Lovelock fue el proponente de la teoría de que la Tierra es un sistema capaz de autorregularse.
El médico, químico, meteorólogo, inventor y ambientalista inglés James Lovelock, famoso por la hipótesis Gaia, que visualiza a la Tierra como un sistema autorregulado murió justo el día en que cumplía los 103 años de edad, el pasado martes 26 de julio.
Su larga vida la dedicó a la investigación científica y, en concreto, al estudio de las relaciones entre los seres vivos y el planeta Tierra, que le valieron por igual la admiración como la apatía de algunos ecologistas radicalizados.
La lista de aportaciones científicas y culturales que deja James Lovelock en beneficio de la humanidad es larga y trascendental, con un lugar destacado para la hipótesis o teoría Gaia, con la que este ilustre científico británico propuso por primera vez -hace más de seis décadas- que la Tierra es un sistema con capacidad de autorregulación, una teoría científica más que sólida.
Se trata de un planteamiento avanzado el que hiciera hace más de medio siglo, James Lovelock -con la colaboración de la no menos importante Lynn Margulis– acerca de que nuestro planeta es tal cual un ser vivo que se regula para intentar mantener su estabilidad y supervivencia. Y en la misma línea del planteamiento puede también decirse que la Tierra padece la enfermedad que se llama humanidad (seres humanos).
La teoría de James Lovelock, más actual que nunca
Creyente convencido de la responsabilidad de los humanos en la actual crisis climática, James Lovelock vaticinó que el actual cambio estaba -en 2010- muy cerca de llegar a un punto de no retorno. Con un tono casi sarcástico, Lovelock afirmó que “si los humanos no detenemos las agresiones contra el medio ambiente, será Gaia –es decir, el planeta Tierra y los seres vivos que lo habitan– quien se encargará de restablecer el equilibrio“.
James Lovelock sugería que, posiblemente, para recuperar el equilibrio, Gaia deberá prescindir de algunos de sus indisciplinados habitantes, nosotros. Recordó en centenares de ocasiones que los humanos llevamos muchos años comportándonos como un virus que ataca a la supervivencia del conjunto del organismo que es Gaia. Un síntoma de este mal es la fiebre llamada “cambio climático“, resultado de la acumulación de gei derivada de actividades como la combustión de hidrocarburos.
“Los políticos no dan señales de querer ponerse de acuerdo para detener de raíz la enfermedad y el estado de salud de Gaia sigue empeorando”.
dijo entonces y ha repetido hasta el último de sus días James Lovelock.
El trascendental aporte de James Lovelock está vertido en cuatro libros de texto principales:
- “Gaia, una nueva visión de la vida sobre la Tierra” (Oxford University Press, 1979. En español: Hermann Blume, 1983).
- “Las edades de Gaia” (W. W. Norton, 1988. En español: Tusquets, 1993)
- “Gaia: una ciencia para curar el planeta” (Gaia Books, 1991. En español: Integral Cop, 1992)
- “Homenaje a Gaia. La vida de un científico independiente” (2000. En español: Laetoli, 2005).
James Lovelock, una vida ejemplar
James Lovelock nació el 26 de julio de 1919 en Letchworth Garden City, Reino Unido. Se graduó como químico en la Universidad de Manchester en 1941, en 1948 como doctor en Medicina en la Facultad de Higiene y Medicina Tropical de Londres y en 1964, por intermedio de la fundación Rockefeller, se especializó en la Facultad de Medicina en Harvard. En 1959 obtuvo el título de Doctor of Science en Biofísica en la Universidad de Londres.
Trabajó en el Consejo de Investigación Médica del Instituto Nacional de Investigación Médica de Londres. Dentro de este periodo, trabajó cinco años –de 1946 a 1951- en la Unidad de Investigación del Resfriado Común del Hospital Harvard de Salisbury (Wiltshire, Reino Unido). En 1958 fue profesor visitante en la Universidad de Yale durante un periodo similar. En 1961 empezó a trabajar a tiempo completo como profesor de química en la Facultad de Medicina de la Universidad de Baylor en Texas hasta 1964.
Ahí colaboró junto con otros colegas en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (Jet Propulsion Laboratory) de Pasadena, California, en investigación lunar y planetaria. Desde 1964 trabajó como científico independiente, estableciendo asociaciones académicas honoríficas como profesor visitante en la Universidad de Houston y luego en la Universidad de Reading.
James Lovelock es autor de más de 200 artículos científicos en revistas de gran impacto, entre temas de medicina, biología, ciencia instrumental y geofisiología. Creó más de 50 patentes de detectores para uso en análisis químicas, como el detector de captura de electrones que permitió avances en la detección de contaminantes en el ambiente como residuos de pesticidas y compuestos químicos con halógenos que dañan la capa de ozono. Descanse en paz.
FUENTE: La Vanguardia.
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