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Esto es lo que ha descubierto la ciencia sobre lo que sucede en el cerebro cuando experimentas la gratitud.
El estudio de la gratitud, desde siempre, fue circunscrito a la filosofía. La ciencia, no obstante, siempre tuvo su postura, con los evolucionistas considerando a la gratitud como habilidad primordial y ventaja evolutiva para la supervivencia como especie con vínculos sociales.
Desde la perspectiva neurocientífica, el concepto es algo más complejo de abordar. Aún está pendiente definir la gratitud más allá de diferentes referencias personales.
“Eso complica la realización de experimentos que nos ayuden a comprender la gratitud y cómo está imbricada en la actividad cerebral. [La gratitud] no se ha estudiado mucho porque hemos tendido a centrarnos más en las emociones negativas que en las positivas”.
dice Manuel Vázquez-Marrufo, catedrático de Psicología Experimental de la Universidad de Sevilla.
Este panorama ha ido cambiando gracias a los hallazgos de algunas investigaciones fascinantes.
Enfoques
Vázquez-Marrufo explica que estudios hechos con neuroimágenes abordan la gratitud desde el punto de vista del sistema de recompensa del cerebro, (el cual identifica lo que nos gusta, nos motiva y reconoce aspectos positivos de nuestro entorno), así como desde el controvertido concepto de “la mentalización“, esos procesos mentales de percepción de la vida. Ambos enfoques manejan áreas del cerebro muy importantes.
“Por ejemplo, cuando como chocolate, eso me produce una serie de efectos positivos, libero diversos neurotransmisores, y se crea un refuerzo en mi conducta: tenderé a repetir el consumo de chocolates y a asociarlo con algo placentero. A fin de cuentas, la gratitud, la generosidad, son conceptos basados en nuestras experiencias”.
añade Vásquez-Marrufo.
Buscando pistas
Para el caso del sistema de recompensa y refuerzo, se trata principalmente de la región del estriado ventral y en el caso de la mentalización, hay una estructura que se llama precúneo, que está en la confluencia parieto-occipital. El precúneo nos permite hacer nuestro análisis interno de cómo es el mundo que nos rodea. Se trata de la corteza cingulada anterior en su región perigenual.
“La conectividad de esa zona con las estructuras vinculadas al refuerzo y a la mentalización es la que hace que experimentemos la sensación de gratitud. Parece que esa es la región del cerebro donde se produce esa sensación”.
explica Vázquez-Marrufo.
Los estudios apenas empiezan a vislumbrar dónde se localiza la sensación de gratitud en el cerebro, mientras se trata de entender la reacción inmediata que surge al experimentar agradecimiento. La respuesta placentera producida por la gratitud parece reducir la actividad de la amígdala, que de estar muy activa, produce factores inflamatorios nocivos.
Neurotransmisores como la dopamina o la serotonina podrían también estar implicados en el proceso, sin embargo, se necesitan muchos más experimentos y estudios para llegar a una conclusión definitiva sobre su vínculo con la gratitud.
Entre circuitos
Al considerar a nivel neurobiológico las áreas del cerebro que están involucradas en la gratitud se debe considerar la interconexión entre las estructuras cerebrales comparable a la de un gran circuito.
De este modo, tenemos que hay un circuito que corresponde al agradecimiento y su complejidad depende de cómo el individuo experimente la gratitud; por ejemplo, como actitud, rasgo de personalidad, emoción positiva o proceso cognitivo, perceptivo o expresivo.
“El circuito de recompensa, que en este caso es importantísimo, va desde el tronco cerebral pasando por el sistema límbico, llegando al lóbulo frontal, y todas esas áreas están interrelacionadas. La recompensa le produce un refuerzo positivo y luego, a través de la evocación de la memoria, hace que le motive a tomar unas decisiones determinadas que influyen en su conducta”.
comenta la psiquiatra Dori Espeso, profesora de la Universidad de Barcelona.
Aunque es verdad que existen resonancias magnéticas funcionales (IRMf) que monitorean al cerebro en tareas específicas, su eficacia no abarca lo que ocurre en el cerebro al sentir gratitud. No obstante, estudios recientes hechos con neuroimágenes, revelan detalles importantes sobre el rol de la gratitud en la activación sincronizada de múltiples regiones del cerebro que involucran conceptos sociales, respuestas emocionales y circuitos de placer.
“La gratitud es un estado complejo de componentes cognitivos y emocionales que interactúan, por lo que es probable que involucre múltiples sistemas cerebrales. No es tarea fácil aislarlos en un escáner cerebral”.
dice el psicólogo Robert Emmons, profesor emérito de la Universidad de California en Davis.
Emmons y el psicólogo Michael E. McCullough, de la Universidad de Miami, realizaron un estudio en el que le pidieron a los participantes escribir algo cada semana, diviéndolos en tres grupos:
- En uno se les pidió que abordaran experiencias, de la semana, que les hicieron sentir agradecimiento
- En otro se les dijo que escribieran sobre cosas que los haya disgustado
- Y al otro, que reflejaran situaciones que los hayan afectado, sin precisarles que fuesen positivas o negativas
La publicación de la Escuela de Medicina de Harvard, en el artículo Giving thanks can make you happier reveló que, después de 10 semanas, los que escribieron sobre la gratitud se sentían más optimistas y mejor sobre sus vidas. Sorprendentemente, también hicieron más ejercicios (físicos) y visitaron menos al médico que los que se enfocaron en las fuentes de molestia.
Emmons considera este hallazgo como alentador pues señala al efecto de la gratitud en nuestra salud como “asombroso, una buena medicina“.
Emmons además cita estudios posteriores que, utilizando mediciones avanzadas para los biomarcadores de salud y envejecimiento, revelaron que los efectos de la gratitud son además duraderos en la vida de una persona y son capaces de disminuir la presión arterial, mejorar la función inmunológica y el sueño.
Los estudios señalan también que la practicar la gratitud también puede reducir el riesgo de depresión, ansiedad y trastornos por abuso de sustancias. Estos hallazgos han demostrado que la gratitud se vincula con niveles más altos de colesterol bueno y más bajos del malo y con beneficios para el sistema cardiovascular.
“A la luz de este tipo de ensayos, pareciera que muchas de las personas que experimentan altos grados de gratitud tienden a regular a la baja, la actividad de la amígdala (parte del sistema límbico a cargo de la respuesta del miedo) y por tanto hay una menor liberación de factores inflamatorios que están detrás de muchas enfermedades”.
dice Vázquez-Marrufo.
La gratitud y los problemas de salud
Joshua Brown, director de Ciencias psicológicas y neurociencias y Joel Wong, jefe del departamento de Consejería y Psicología, ambos de la Universidad de Indiana, notaron que las investigaciones hechas sobre la gratitud habían utilizado sujetos de prueba saludables, por eso, se propusieron averiguar si la gratitud es beneficiosa para pacientes de salud mental.
De esa inquietud surgió el estudio que, junto a otros autores, publicaron en 2016: “Does gratitude writing improve the mental health of psychotherapy clients? Evidence from a randomized controlled trial” (¿La escritura de gratitud mejora la salud mental de los clientes de psicoterapia? Evidencia de un ensayo controlado aleatorizado).
En la investigación, participaron 293 adultos, en su mayoría eran estudiantes que estaban solicitando los servicios dedicados a salud mental que ofrece la Universidad de Indiana.
Los voluntarios fueron invitados a formar parte del estudio antes de tener la primera sesión de asesoramiento psicoterapéutico. Muchos habían reportado problemas relacionados con depresión y ansiedad. Todos los participantes recibieron los servicios de consejería.
Los participantes fueron divididos aleatoriamente tres grupos:
- A un grupo se le pidió que escribiera una carta de agradecimiento dirigida a otra persona cada semana, durante tres semanas.
- A otro, se le dijo que escribiera acerca de sus pensamientos y sentimientos profundos sobre experiencias negativas.
- Y al restante no se le pidió hacer ninguna actividad relacionada con escribir.
Los resultados, publicados en el artículo “How Gratitude Changes You and Your Brain” revelaron que las personas que escribieron cartas de gratitud reportaron una salud mental “significativamente mejor cuatro semanas y 12 semanas después de que terminó su ejercicio de escritura“, en comparación con los otros dos grupos. Aunque no son resultados conclusivos sí que arrojan luces sobre cómo la gratitud podría influir en nuestras mentes y cuerpos.
“Parece que practicar la gratitud, además de recibir asesoramiento psicológico, conlleva mayores beneficios que tener únicamente consejería, incluso cuando la práctica de la gratitud sea breve”.
afirman los autores.
A los voluntarios también se les practicaron estudios IRMf y resultó que, en quienes habían escrito cartas de gratitud y que sintieron agradecimiento cuando se les tomaron las imágenes por resonancia, tres meses después de escritas las cartas, hubo “mayor actividad en la parte del cerebro llamada corteza prefrontal medial, que es un área que está conectada con el aprendizaje y la toma de decisiones“.
Para el profesor, eso abre la posibilidad a pensar que quienes “practican gratitud” en su cotidianidad podrían estar “entrenando” su cerebro para experimentar agradecimiento en el futuro. La psicoterapeuta Espeso comparte esa visión: el agradecimiento es algo que se puede “desarrollar, trabajar“, pues “siempre estamos a tiempo de madurar neurobiológicamente en este sentido“.
Entrenamiento
La gratitud puede ser también una técnica de sanación psicológica. Expertos aconsejan contar las bendiciones, enumerar las cosas buenas que la vida tiene, para generar pensamientos de gratitud. También recomiendan llevar un diario de gratitud para escribir algo por lo que agradecer. Conforme se escribe, se profundiza en los pensamientos y en las razones por las cuales se siente gratitud.
Escribir una carta, un mensaje, un correo a alguien para decir “gracias” también es un ejercicio lleno de beneficio pues permite mirar fuera de uno mismo, hacia lo bueno que hay en otras personas y además, al agradecer a alguien, usualmente, no siempre, reacciona de manera positiva.
Aún queda mucho por investigar para llegar a conclusiones definitivas sobre el cerebro y la gratitud, ya que, a la luz de algunos de los estudios realizados, es difícil establecer relaciones de causa y efecto conclusivas sobre su efecto en la salud, pero lo cierto es que cada vez hay más interés en estudiar este campo y más herramientas para abordarlo.
Una correcta definición de gratitud
Una de las ideas erróneas más grandes sobre la gratitud es que la vemos simplemente como “sentirnos bien” después de que pasa “algo bueno”, lo cual condiciona nuestra gratitud a lo que nos sucede, haciéndola más reactiva que proactiva. En su lugar, deberíamos mirarla como la afirmación de los dones de la propia vida y del reconocimiento de que las fuentes de esos dones vienen de fuera de nosotros.
La gratitud surge de dos etapas de procesamiento de la información: afirmar y reconocer. La actitud de agradecimiento es la capacidad de sentirse agradecido sin importar las circunstancias. Esta es la gratitud incondicional o no dirigida, la gratitud indestructible. Eso la hace un elemento central de la resiliencia.
La gratitud no es simplemente un interruptor que encendemos cuando la vida va bien, sino que la gratitud también prende una luz en la oscuridad.
Hay evidencia de que las personas agradecidas son más resistentes al estrés en general, ya sea que se trate de problemas cotidianos menores o de grandes turbulencias personales. Por eso, los expertos abogan por “recordar lo malo” para, seguidamente, confirmar que sigues aquí, que eres capaz de recordar el dolor y aún así seguir y que sobreviviste el peor día de tu vida, el trauma.
“Cuando recordamos lo difícil que solía ser la vida y lo lejos que hemos llegado, establecemos un contraste explícito en nuestra mente, y este contraste es un terreno fértil para el agradecimiento. Hacer eso contrarresta el mito de que la gratitud es de alguna manera ingenua o ignora las realidades duras de la vida”.
puntualiza Emmons.
FUENTE: BBC Mundo.
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