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Cambio climático: cinco pequeños proyectos que ayudan a restaurar el medio ambiente

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Cinco notables iniciativas de gran impacto ecológico y social realizadas en países de América Latina y el Caribe, recuerdan que hay esperanza para nuestro medio ambiente.

Más de 5000 millones de dólares serán aportados por 29 países al Fondo Multilateral para el Medio Ambiente Mundial, como mecanismo financiero para convenios medioambientales, como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Convenio sobre la Diversidad Biológica.

Se trata de “un apoyo récord y un gran paso en los esfuerzos internacionales para proteger la biodiversidad del medio ambiente y frenar las amenazas del cambio climático, los plásticos y los productos químicos tóxicos“.

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Además, un Programa de Pequeñas Subvenciones del Fondo del Medio Ambiente, concederá hasta 50.000 dólares a comunidades locales, que incluyen a indígenas, organizaciones comunitarias y otras ONGs que invierten en proyectos relativos a la recuperación del medio ambiente. El PNUD realiza esta iniciativa en 127 países y brinda apoyo técnico a proyectos locales selectos que conservan y restauran el medio ambiente y mejoran el bienestar y los medios de subsistencia de las personas.

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Destacan cinco entre más de 25.000 proyectos ejecutados desde 1992, año de creación del Fondo. Hoy los conoceremos, junto con su impacto en el medio ambiente en América Latina y el Caribe.

1.Ingenieras solares indígenas llevan luz a zonas rurales de Belice

En pleno 2022, todavía hay más de 500 millones de personas en todo el mundo que carecen de acceso a luz eléctrica. Esta es la realidad, por ejemplo, en Toledo, Belice, donde varias aldeas rurales están separadas de la red eléctrica nacional, dificultando sus condiciones de vida y perspectivas de desarrollo.

Sin embargo, gracias a una asociación financiada por el Programa de Pequeñas Subvenciones las ingenieras solares mayas, Florentina Choc, Miriam Choc y Cristina Choc, instalan sistemas de energía solar y contribuyen al desarrollo sostenible de pequeñas comunidades indígenas del sur de Belice.

Las ingenieras se formaron en el Barefoot College de la India para construir y reparar sistemas solares domésticos en un intercambio de cooperación conocido como Sur-Sur.

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“¡Estas mujeres están rompiendo el techo de cristal! Han instalado sistemas solares en cuatro comunidades indígenas, con un impacto en más de 1000 residentes. Las mujeres son líderes destacadas en Belice ya que impulsan el programa de desarrollo sostenible, además de fomentar la armonía entre la naturaleza y las personas en beneficio de ambas”.

dice Leonel Requena, coordinador nacional del Programa de Pequeñas Subvenciones en Belice.

Pese a la pandemia de COVID-19, en 2021, las ingenieras, junto con autoridades nacionales y socios, instalaron sistemas de energía solar en dos de las comunidades más remotas de Belice, logrando, por ejemplo en la aldea de Graham Creek, llevar electricidad a 25 hogares de 150 residentes y una escuela primaria con 30 niños. Se estima que con ello han contribuido a evitar 6,5 toneladas de emisiones de carbono.

2. Barbados, campeón de la conservación de la tortuga carey

El cambio climático y sus olas de calor extremo vulneran significativamente a las tortugas bebé. Las tortugas carey, por mucho tiempo amenazadas por la cacería, son particularmente sensibles a los efectos del desarrollo costero y el cambio climático. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza ha clasificado a las tortugas carey como especie en peligro crítico de extinción.

medio ambiente

Sin embargo, gracias a una pequeña subvención de 20 años de longevidad para el Proyecto de Tortugas Marinas de Barbados, la continuidad de la especie prospera en la isla caribeña de Barbados.

El proyecto de Tortugas Marinas marca a estas criaturas, las mide, y archiva y analiza los datos para más de 30 proyectos de investigación coordinados en la región, que sirven de base para sus actividades de conservación.

Barbados alberga la segunda mayor población de tortugas carey del Caribe, con hasta 500 hembras anidando al año. El desove de las tortugas se produce en las playas de una isla que posee sendas infraestructuras turísticas. Cada agosto, durante la eclosión, las tortuguitas salen bajo la custodia del personal del proyecto que responde a posibles emergencias causadas por marejadas que pueden arrastrar los nidos durante la temporada de huracanes.

Asimismo, colaboran con las comunidades para promover el ecoturismo basado en mejores prácticas con el medio ambiente, lo que, supone una fuente de ingresos para las comunidades locales. Gracias a las actividades de conservación de las tortugas marinas, Barbados es un referente mundial. El proyecto recibió recientemente una nueva pequeña subvención del Fondo de 46.310 dólares.

crías de tortuga

“Gracias a esta subvención, [esta propuesta] ha podido ofrecer a personas de otros proyectos de tortugas marinas de la región la oportunidad de formarse junto a los voluntarios del proyecto de Tortugas Marinas en un intercambio de Sur-Sur… El trabajo en curso del Proyecto es integral para la conservación y protección de las tortugas marinas amenazadas y en peligro de extinción, así como de sus hábitats terrestres y marinos”.

dijo Karen Harper, asistente del Programa del Fondo del Medio Ambiente Mundial en Barbados.

3. Familias indígenas venezolanas son protectoras de la selva amazónica

El proyecto Amazonas Originaria que busca la protección de la Amazonía es la iniciativa de las etnias indígenas de la ciudad más grande del Estado de Amazona, Puerto Ayacucho, en favor del medio ambiente. Las comunidades yanomami, panare, bari, piaroa y guajibo forman poblaciones que se han visto desplazadas por la crisis socioeconómica del país, la presencia de grupos armados y las actividades mineras ilegales.

Las familias indígenas desplazadas que conforman el proyecto utilizan los bienes del medio ambiente de forma sostenible al tiempo que protegen bosques tropicales de sus alrededores y gestionan correctamente cultivos de cacao, cupuaçu, manaca y túpiro, plantas autóctonas de la zona, para transformar sus frutos en pulpa, chocolate y otros productos.

“Este proyecto, en particular, es interesante e inspirador, ya que está liderado por mujeres (…) Apoya la lucha contra el cambio climático, ya que su objetivo es conservar la selva amazónica como principal sumidero de carbono en el sur de Venezuela, trabajando de la mano de las comunidades nativas, valorando sus tradiciones y protegiendo su hábitat ancestral”.

explica el coordinador nacional del proyecto Amazonas Originaria, Alexis Bermúdez.
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Además de capacitar a los miembros de la comunidad para fabricar productos derivados del Amazonas y envases ecológicos y ayudarles a diversificar sus medios de subsistencia, esta iniciativa —con el respaldo del Fondo— trabaja para restaurar partes degradadas del medio ambiente tropical volviendo a plantar árboles autóctonos y otras especies.

“Cuando las familias transmiten estos conocimientos, hacemos que las comunidades indígenas adquieran la fuerza y la confianza necesarias para afrontar la conservación de su cultura y su entorno, organizamos a la comunidad para la producción y comercialización de sus productos en mercados más selectos y contribuimos directamente a crear una economía sostenible”.

señala Kenia Martínez, de Amazonas Originaria.

4. Programas de intercambio de ideas turísticas

Los estragos del cambio climático sobre el medio ambiente no pueden ser atajados por una sola comunidad, sino que requiere de un rico intercambio de ideas que lleven a buenos resultados.

Es en esa línea que surge un destacado proyecto Diálogo de Saberes Latinoamericanos en torno al turismo comunitario, que reúne a empresas del rubro de turismo .de Costa Rica, Panamá, Colombia y México para intercambiar experiencias y buenas prácticas.

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Aunque el turismo es columna vertebral de las economías y fuente de sustento de muchas personas, especialmente de países en desarrollo, de ser mal gestionada, acaba ejerciendo presión negativa sobre el medio ambiente debido al consumo excesivo, el estrés en el uso de las tierras, la contaminación y la pérdida de hábitats naturales.

El turismo comunitario es la alternativa económica que permite a las comunidades locales generar ingresos complementarios a sus principales actividades productivas y, al mismo tiempo, proteger y valorar la riqueza natural y cultural de sus territorios.

“Solos vamos más rápido, pero juntos llegamos más lejos”.

destaca Beatriz Schmitt, coordinadora nacional del Fondo en Panamá.
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El proceso consistió en capacitaciones virtuales e intercambios de buenas prácticas para con el medio ambiente con 23 organizaciones rurales centradas en el desarrollo local, redes de trabajo colaborativo, comercialización y protocolos de bioseguridad. Los participantes conocieron el turismo comunitario en Costa Rica, donde el programa lleva 20 años promoviendo el turismo rural y ha establecido un sólido marco institucional.

“El turismo comunitario es una estrategia local que aporta ingresos a las comunidades rurales. Este proyecto es importante porque el turismo no se enfoca solo como un negocio, sino que se deriva de las experiencias de conservación de la tierra donde viven estas comunidades”.

dice Viviana Rodríguez, asistente del Programa en Panamá.

5. Guardianas de los páramos colombianos y su preciada agua

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Los páramos de Colombia son ecosistemas de tundra en los Andes, ubicados por encima de los bosques andinos y debajo de la línea de nieve y aunque ocupan el 1,7% del territorio nacional, producen el 85% del agua potable del país.

Para su defensa trabajan incansablemente las Guardianas de los Páramos, una alianza entre el Fondo y otras dos organizaciones que apoyan proyectos comunitarios centrados en la conservación del medio ambiente y la adaptación al cambio climático.

La alianza, que sitúa sus acciones en los Páramos Pisba y TotaBijagual-Mamapacha, al noreste de Bogotá, da énfasis a la participación de la mujer, históricamente marcada por la discriminación y el acceso desigual a los recursos. En total se seleccionaron 37 proyectos pro-medio ambiente que benefician a 2400 familias que trabajan en los corredores biológicos, restaurando plantas autóctonas y manteniendo las áreas protegidas.

Las iniciativas también incluyen la adaptación de acueductos y la implementación de huertos agroecológicos caseros para reducir el uso de sistemas productivos tradicionales perjudiciales para el medio ambiente.

“Es necesario implementar acciones encaminadas a controlar o reducir las presiones sobre el páramo y mitigar las acciones negativas de las actividades extractivas en la zona, estableciendo áreas de conservación y medidas para reducir los riesgos asociados al cambio climático”.

afirma Catalina Avella, coordinadora de campo de la alianza.
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Los páramos son un ecosistema andino único, que solo se encuentra en las altas montañas del norte de Sudamérica, estratégicos no solo por su biodiversidad vegetal y animal, sino también por sus servicios ecosistémicos como el secuestro de carbono en el suelo y la regulación del agua. El aumento de las temperaturas y los cambios en los patrones de lluvia debido al cambio climático amenazan estos ecosistemas, al igual que los proyectos de minería e infraestructuras.

FUENTE: Noticias ONU.

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