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Desde hace 10 años, la orquesta sinfónica Benjaminos funciona en un asentamiento vulnerable de Argentina, transformando con música las vidas de niños de escasos recursos.
En el Barrio de Tela en Córdoba, Argentina, surge una prodigiosa manifestación musical que ha cambiado los destinos de niños de escasos recursos, la orquesta sinfónica Benjaminos.
Los residentes de Tela, un vecindario con un urbanismo en ciernes, padecen por el desempleo, la inseguridad y el narcotráfico tras un pasado de precariedad. El efecto de la cultura los dirige a un destino amable y hoy disfrutan de pavimento en sus rutas, agua potable y electricidad.
En este territorio viven más de 1.300 familias, unas 10.000 personas en coloridas casas sencillas, con el recuerdo profundo del paso de un tornado hace casi 20 años que se dejó a tres muertos, 80 heridos y más de 150 casas destruidas. La orquesta sinfónica Benjaminos se alza pese a la adversidad y en su seno reúne a 60 niños, niñas y adolescentes con talento y aptitudes para la música.
Paloma Tapia es uno de los primeros buenos frutos que dejó la orquesta sinfónica Benjaminos. En un sitio donde el abandono escolar, el trabajo infantil y la vida en la calle suelen abortar el sueño de cruzar el umbral de una Universidad, Tapia devino en un caso de éxito, comenzando como una tímida y curiosa niña en los primeros ensayos para ser hoy maestra en la orquesta que abrió sus ojos a otro mundo, además de estudiante de profesorado de Música en la Universidad Provincial de Córdoba.
“El tema de tener una orquesta gratuita en el barrio es una oportunidad. Cuando era más chica, nunca me hubiera imaginado tocar un violín y estar en un teatro lleno de personas y que me aplaudieran. Es muy loco… Porque es parte de mi personalidad ser profesora y enseñar; si no fuera por esto, no sé qué sería yo. ¡La vida es tan extraña!”
afirma Tapia.
El camino recorrido por los talentosos jóvenes de la orquesta sinfónica Benjaminos no ha sido fácil. No obstante sí ha sido constante y lleno de convicción e ideales. Violines, violas y trompetas recuerdan en estos territorios olvidados que la música es una expresión humana, un camino a la socialización, a la conformación de comunidad. También es una apuesta a la confianza, al compromiso grupal y al respeto por el otro.
Walter Pollo Díaz es el alma mater de diversos proyectos y acciones de promoción social territorial como la orquesta sinfónica Benjaminos, ahora una marca registrada sobre una idea que, si bien no es nueva, sí innova en su ejecución y se expande en las villas a fuerza de voluntades.
Felizmente, la música en sectores marginales como herramienta de desarrollo humano ya se hace oír en países latinoamericanos desde hace algunos años.
En Argentina, por ejemplo, el Ministerio de Educación de la Nación relanzó en 2021 el Programa Nacional de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles, que involucra a 237 orquestas en todo el país y casi a 20 coros. A eso se suman propuestas no oficiales, impulsadas por organizaciones sin fines de lucro, que sostienen escuelas de música y orquestas sociales con distintas improntas.
La orquesta sinfónica Benjaminos es una de las pioneras del movimiento. Nació por fuera del amparo del Estado, sustentada gracias a donaciones de instrumentos y ayudas económicas de particulares, empresas, instituciones y también funcionarios públicos por cuenta propia. Los debutantes de este espacio fueron un puñado de niños, que ensayaban en el patio de tierra de una casa y que hicieron visible la intención de escapar de la pobreza y proyectar futuro.
“En 2018 nos transformamos en sinfónica, también con bajo, trombón, trompeta, bombardino, flauta traversa, clarinete, guitarra, acordeón y percusión. El arte cura, sana, empodera. Quien toca un instrumento, difícilmente toque un arma”.
relata Díaz.
Hoy son 167 chicos y chicas de 15 barrios que aprenden en seis escuelitas de prácticas orquestales en vecindarios populares, cuya única contraprestación es asistir al colegio y obtener buenas calificaciones. Interpretan música clásica y fusiones con ritmos populares. Entre ellos ya hay chicos y chicas en la facultad, en el Conservatorio Provincial de Música.
En La Tela, la melodía de los violines, el cello y los tambores de la orquesta sinfónica Benjaminos son un símbolo de resistencia y cada presentación pública es una fiesta. Que las buenas iniciativas como ésta se repliquen en el mundo.
FUENTE: El País.
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