Investigadores del Instituto de Catálisis y Petroleoquímica lograron diseñar una proteína artificial con la capacidad de degradar microplásticos.
Uno de los plásticos más empleados, presentes en envases y botellas es el de tereftalato de polietileno, comúnmente conocido como PET. Las partículas de plástico, o microplásticos, suelen ser resultado de la degradación del plástico PET y otros componentes.
Actualmente, el asunto de los microplásticos constituye un problema a nivel mundial y las propuestas de soluciones para combatir con ellos no cesan.
Cada año se producen cerca de 400 millones de toneladas de plásticos en el mundo, una cifra que aumenta alrededor de un 4% anualmente. Las emisiones que resultan de su fabricación son uno de los elementos que contribuyen al cambio climático, y su presencia ubicua en los ecosistemas conlleva graves problemas ecológicos.
Proteínas capaces de degradar el PET
Un equipo de científicos del Instituto de Catálisis y Petroleoquímica del CSIC (ICP-CSIC), junto con grupos del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS) y de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), han desarrollado una proteína artificial capaz de degradar PET, lo que permitiría su descomposición o su reciclaje.
Para ello han usado una proteína de defensa de la anémona de fresa (Actinia fragacea), a la que le han añadido la nueva función, tras un diseño mediante métodos computacionales. Los resultados aparecen publicados en la revista Nature.
Esta proteína artificial es capaz de degradar micro y nanoplásticos de PET con “una eficacia entre 5 y 10 veces superior a la de las PETasas actualmente en el mercado y a temperatura ambiente”.
“Lo que hacemos es algo así como añadirle nuevos complementos a una herramienta multiusos para dotarla de otras funcionalidades diferentes. Esos complementos consisten en apenas tres aminoácidos que funcionan como tijeras capaces de cortar pequeñas partículas de PET”.
explica Víctor Guallar, uno de los responsables del trabajo.
El añadido consiste en una proteína de la anémona Actinia fragacea, que carece en principio de esta función y que en la naturaleza “funciona como un taladro celular, abriendo poros y actuando como mecanismo de defensa”.
Un diseño que posibilita la depuración y el reciclado
Otra ventaja de la proteína artificial es que presenta dos variantes, según donde se colocan los nuevos aminoácidos, dando como resultado que cada una de ellas origina diferentes productos.
Una variante descompone las partículas de PET de forma más exhaustiva, lo que la hace apta para su uso en plantas depuradoras. La otra da lugar a los componentes iniciales que se necesitan para el reciclaje. De este modo es posible depurar o reciclar, según las necesidades.
El diseño actual ya podría tener aplicaciones, según los investigadores, pero la flexibilidad de la proteína artificial permitiría añadir y probar nuevos elementos y combinaciones, como explica la Dra. Sara García Linares, de la Universidad Complutense de Madrid.
“Lo que buscamos es aunar el potencial de las proteínas que nos da la naturaleza y el aprendizaje automático con súper computadoras para producir nuevos diseños que nos permitan alcanzar un entorno saludable de cero plásticos”.
puntualiza la Dra. Sara García Linares, de la Universidad Complutense de Madrid.
FUENTE: La Cara Buena del Mundo.
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