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Ricardo Moreno: salvando los jaguares, convertido en uno más

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Encabezando los esfuerzos de la Fundación Yaguará, Ricardo Moreno ejecuta un plan para convertir al jaguar, especie en conflicto con los ganaderos, en sus poco probables aliados.

Una expedición para instalar 74 cámaras trampa, alrededor del Parque Nacional Darién, comienza con lo que parece una caminata apacible, a través de la selva del Tapón del Darién, para exploradores de National Geographic y guardaparques de la etnia Emberá. Pronto, se torna en un esfuerzo arduo, a medida que el terreno se vuelve más accidentado y empinado.

A veces, la densidad de la jungla los desorienta, pero los esporádicos espacios en el follaje impenetrable brindan una vista del horizonte.

Ricardo Moreno
Expedición formada por científicos, estudiantes, agricultores, indígenas y voluntarios. Foto: Rikky Azarcoya.

Ubicada en el extremo sur de Panamá, el Tapón del Darién es una región aislada, prístina y notoria, cuyas condiciones han favorecido el contrabando de drogas y el tráfico humano, llevando a funcionarios estadounidenses a plantearse el enviar tropas allí.

Es en este escenario casi inhóspito donde la Fundación Yaguará Panamá trabaja para proteger al jaguar, el gran felino icónico que se pasea en los traspatios, valiéndose de la ayuda de las comunidades nativas de la zona, incluyendo la etnia Emberá. A la cabeza de la fundación se sitúa el explorador de National Geographic Ricardo Moreno.

Ricardo Moreno
Los investigadores trasladan un jaguar sedado a un área abierta para colocarle un collar de rastreo. Los collares se usan desde 2019, sumándose a las 1.900 cámaras trampa. Foto: Rikky Azarcoya.

“Estos felinos mueren más rápido de lo que se reproducen. En las orillas del Canal de Panamá, por ejemplo, están cerca de alcanzar la extinción local“.

afirma Ricardo Moreno.

La población de esta especie en peligro no alcanza los mil ejemplares y, sin la debida intervención, podría extinguirse en 50 años. El jaguar ha abandonado la mitad de la que fuera su área de distribución histórica, un amplio arco que va desde el norte de México hasta Argentina y, en los últimos 20 años, un 25% de la población adulta de jaguares ha desaparecido. Hoy, menos de 30.000 permanecen en estado salvaje en las Américas.

Ricardo Moreno
Un perezoso del Tapón del Darién. Una especie víctima del tráfico. Foto: Rikky Azarcoya.

El jaguar se ve amenazado por el comercio de mascotas y la caza furtiva (en busca de pieles, colmillos y garras), mientras tanto, su hábitat se ha visto especialmente afectado por la incursión del desarrollo humano y la tala de tierras para la agricultura y el pastoreo.

Desde mediados del siglo XX, Panamá ha visto la reducción paulatina de su territorio salvaje en más del 40%, situación que transformó la forma de vida de los jaguares que ahora depredan ganado de las fincas, generando conflictos con los locales.

“A menudo, los jaguares son cazados como venganza por la depredación. Hemos registrado 381 muertes entre 1989 y 2022, aunque podrían llegar a 700 y alrededor del 96% están relacionadas con conflictos ganaderos. Esto significa, entre 20 y 40 matanzas de jaguares cada año”.

añade Ricardo Moreno.

Durante la última década, el equipo de Yaguará ha colocado más de 1.900 cámaras trampa y cada vez más collares con GPS, con el fin de estudiar a este esquivo felino y comprender mejor su número, su distribución, sus patrones de migración y los puntos geográficos donde podría entrar en contacto con el ganado. Estos datos ayudarán a centrar las estrategias de conservación y gestión para agricultores y ganaderos.

Ricardo Moreno
Ivonne Cassaigne, veterinaria y exploradora de National Geographic Explorer monitorea las trampas animales. Foto: Rikky Azarcoya.

“Nuestra prioridad es hacer ciencia con las personas. En última instancia, la conservación reside en la comunidad. Ellos son quienes continuarán con este proyecto a largo plazo, por lo que necesitamos ser percibidos como una presencia positiva en sus vidas para desmitificar al jaguar y convertirlo en un aliado, como controlador de especies depredadoras de cultivos, como caimanes, capibaras, venados, jabalíes y pacas. Después de todo, si ayudamos a la gente, ayudamos al jaguar”.

dice Moreno.

Cuidando de la brecha

El Corredor Biológico Mesoamericano recorre todo el istmo centroamericano del que Panamá forma parte, como un puente natural que une las poblaciones continentales de jaguares y otras innumerables especies y promoviendo el flujo genético.

El Tapón del Darién abarca 10.000 millas cuadradas a ambos lados de la frontera entre Colombia y Panamá y es una pieza crucial del corredor notoriamente inexpugnable.

Aquí es donde la Carretera Panamericana se detiene bruscamente dando lugar a “la brecha” en la ruta terrestre. Esta inaccesibilidad es la que ha fomentado las infracciones a la ley, el tráfico de armas, vida silvestre, drogas y un número creciente de migraciones humanas en camino a la frontera con Estados Unidos.

Ricardo Moreno
Cerro Pirre, en el Parque Nacional Darién. Foto: Rikky Azarcoya.

“Los migrantes se mueven a través de otra parte de la brecha, por lo que no han afectado directamente a la población local de jaguares ni a nuestro proyecto. Nos hemos encontrado con ellos al entrar o salir de Darién, siendo testigos del sufrimiento físico y emocional que atraviesan. Por eso siempre tratamos de llevarles ropa o útiles”.

dice Moreno.

La zona también adolece de la tala y la minería ilegales. Según MiAMBIENTE, la mayor parte de la deforestación ilegal del país ocurre aquí: entre 2012 y 2019 desaparecieron 80 millas cuadradas de bosque. No obstante, también aquí está el Parque Nacional Darién, el área protegida más grande del país con 2200 millas cuadradas que son además el epicentro de los esfuerzos de Moreno. Una jungla intacta, casi sacada del Jurásico.

Ricardo Moreno

Las principales culturas nativas de la región, los Emberá y los Guna, consideran al místico jaguar como el guardián de los bosques. Protegerlo es también para ellos rescatar la espiritualidad del bosque y su sentido de pertenencia.

Algo de trabajo sucio

La caminata alcanza las cuatro horas cuando se divisa la cresta del Cerro Pirre. Ahí, en lo más profundo del parque, Moreno y sus compañeros escalan una pared de rocas -el “dirty chest”- que se yergue casi verticalmente rodeada de raíces, troncos de árboles, lianas y espinas escondidas. El ascenso empinado suele culminar tras una hora de esfuerzo y con la furibunda compañía de los insectos.

Ricardo Moreno
Huella de jaguar próxima a finca. Foto: Rikky Azarcoya.

Para salvar al jaguar, Ricardo Moreno se convierte en uno más: gatea por el suelo del bosque, olfatea, avista y recolecta heces que reconoce como pertenecientes al felino.

Sus movimientos no son al azar; con éstos, Moreno está calculando una nueva configuración para situar las cámaras trampa, de modo que capten una vista más completa de las rosetas, puntos únicos de cada individuo que se utilizan para la identificación.

“Las muestras fecales revelan la dieta, determina su origen en sujetos de vida silvestre o ganado”.

dice Moreno.

Durante la última década, Yaguará ha recopilado hasta 73.556 “noches de actividad” a través de las cámaras trampa, lo que les ha proporcionado datos extensos sobre los jaguares y también sobre otras especies. El equipo ha identificado patrones de movimiento, conectividad del hábitat y cifras de población estimadas entre 600 y mil ejemplares.

Estos datos y los correspondientes a la colocación de collares, sirven además para nutrir un censo nacional de jaguares.

México sería la primera nación del mundo en contabilizar su población de jaguares. De este conteo participaría Antonio de la Torre, un explorador de National Geographic que actualmente asesora a Yaguará en técnicas de captura para colocación de collares que se utilizaron con éxito en cinco de los 11 jaguares avistados en las fincas ganaderas próximas.

Ricardo Moreno
Monitoreo de oxigenación, frecuencia cardíaca y temperatura de un jaguar cautivo. Foto: Rikky Azarcoya.

Las estrategias introducidas por Yaguará para facilitar la convivencia entre los asentamientos humanos y la vida silvestre implican la adopción de medidas como cercas eléctricas, cencerros con alarmas, ubicación modificada de pastos, áreas de maternidad y terneros, y corrales nocturnos. Los fondos para apoyar estas medidas surgen de un consorcio de socios, incluido el Fondo Mundial para el Medio Ambiente, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE. UU., la Sociedad Geográfica Nacional y SENACYT.

“Perder un animal es muy lamentable para un ganadero. Es un mes de manutención para su familia. Y si no entiende al jaguar, inmediatamente le declarará la guerra. Cada pérdida vale entre 700 y 800 dólares. Y hay vecinos que han tenido más de 40 depredaciones”.

afirma el ganadero Erasmo De León.
Ricardo Moreno

Ayudar a las personas es ayudar al jaguar

Los lugareños se beneficiarán de participar de la industria del ecoturismo, cuyo auge promete aumentar. Erasmo De León y su esposa, Elsie Quintero, ganaderos durante más de 20 años, ahora reciben a personas en su propiedad en Agua Buena de Punuloso, justo afuera del parque, y ofrecen recorridos como guías para la observación de aves y el seguimiento de la vida silvestre.

“No hemos tenido muertes de jaguares en nuestras fincas desde 2017. Las estrategias parecen estar funcionando. Han llevado a ‘comprender la dinámica de nuestro ecosistema‘. Y sobre todo pensar en la gestión sustentable y el turismo como subsistencia de nuestras familias”.

dice Quintero.
Ricardo Moreno
Rastros de depredación en fincas. Foto: Rikky Azarcoya.

La pareja de ganaderos conforma una misión mayor, con otras cinco fincas: la preservación de sus parches de bosque para la reconstrucción del corredor mesoamericano, fragmentado por el desarrollo. Yaguará espera reclutar otras 14 fincas, en un esfuerzo alineado con el plan del país para restaurar un millón de hectáreas (2,4 millones de acres) de bosque para 2035.

El personal de campo Emberá continuará su labor de instalación de cámaras asentados en campamentos improvisados en la cresta de Cerro Pirre y donde corresponda.

La capacitación de la Fundación Yaguará ha facultado a los lugareños de pueblos cercanos como Pijibasal para monitorear las cámaras trampa en una gran red de supervisores. Esto representa un ingreso adicional para una comunidad centrada principalmente en la agricultura.

“Si se convoca a la gente para un beneficio común, las cosas pueden salir bien, especialmente cuando las comunidades están empoderadas, capacitadas y bien equipadas”.

reflexiona Ricardo Moreno.

Apenas dos días después del recorrido en Cerro Pirre, el equipo confirmó la exitosa captura de un jaguar hembra y un collar y, no mucho después, una segunda trampa para patas se activó.

El esfuerzo dio notables resultados, con dos hembras de jaguar identificadas, recorriendo unos cuatro kilómetros por día y una de ellas regresando al mismo lugar, dando pie a la posibilidad de la existencia de crías. Una semilla de esperanza

Ricardo Moreno

“Dos en una mañana, debe ser para los Récords Mundiales Guinness. Incluso en una zona dominada por humanos y ganado los jaguares todavía se reproducen”.

puntualiza Moreno.

El artículo es una adaptación de un original publicado en la revista National Geographic. El autor es Erick Pinedo, editor de la versión latinoamericana de la revista National Geographic. Las fotografías son provistas por el explorador de National Geographic Rikky Azarcoya.  

FUENTE / IMÁGENES: National Geographic.

IMÁGENES ADICIONALES: Pexels.

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