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Brasil, Indonesia y el Congo están en conversaciones para formar una alianza estratégica de conservación, apodada la “OPEP para las selvas tropicales”.
En la lucha contra el cambio climático, los bosques juegan un papel fundamental puesto que son valiosos sumideros de carbono que absorben el doble de carbono del que producen cada año a nivel mundial. En la misma línea, las selvas tropicales juegan un papel particularmente importante, ya que almacenan aproximadamente el 25% del carbono terrestre del mundo.
Los sectores público y privado se esfuerzan en proteger estas áreas, presentes en mercados emergentes, a través de bonos verdes que fomentan el desarrollo sostenible en sectores como la agricultura, la energía y la tecnología.
Conservación conjunta de selvas tropicales
En el contexto de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP27 en Sharm El Sheikh, Egipto, las naciones participantes del Brasil, Indonesia y la República Democrática del Congo están en conversaciones para formar una alianza estratégica de conservación, apodada la “OPEP para las selvas tropicales“.
Anteriormente, en la COP26 en Glasgow, Escocia, los tres países habían firmado un acuerdo para detener y revertir la deforestación para 2030.
Los países, que entre los tres albergan aproximadamente el 52% de las selvas tropicales primarias que quedan en el mundo, pretenden supervisar propuestas sobre créditos de carbono y finanzas verdes, a medida que los canjes de deuda por naturaleza se vuelven más comunes en todo el mundo, y expandirse para incluir otros países con selva tropical, como Perú y Camboya.
Por su parte, Colombia se prepara para anunciar un bloque de países amazónicos enfocados en la conservación de los bosques, con propuestas para dedicar el 100% de los ingresos del impuesto al carbono a la rehabilitación de ecosistemas, en combinación con una contribución internacional anual de alrededor de 400 millones de dólares.
Movilización de finanzas verdes
Conforme los países trabajan para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, instrumentos financieros como los bonos verdes, se han vuelto decisivos para ayudar a los mercados emergentes a desarrollarse de forma sostenible, facilitar la transición a energías verdes o proteger ecosistemas clave.
Por ejemplo, Seychelles fue pionera en bonos azules en 2018 para proteger los recursos marinos de la nación insular. El sistema de créditos de carbono permitió a las empresas financiar la preservación y el desarrollo sostenible de las selvas tropicales y al mismo tiempo compensar sus emisiones.
También Brasil resalta por la reactivación del Fondo Amazonía, el más grande dedicado a la preservación de los bosques, valorado en más de 573 millones de dólares, luego de cuatro años de suspensión.
En 2017, Nigeria destinó cerca de 4,5 millones de dólares a proyectos de forestación, con 2,7 millones de dólares aportados por un bono de seguimiento emitido en 2019, convirtiéndose en el primer país africano y el cuarto a nivel mundial en utilizar un instrumento de deuda para financiar un proyecto ecoamigable. En la COP15 de la Convención de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación se anunció que se habían forestado ya más de 6 millones de hectáreas de tierra.
Un estudio reciente del Centro para Soluciones Climáticas Basadas en la Naturaleza de la Universidad Nacional de Singapur encontró que el 58% de los bosques amenazados en el sudeste asiático podrían protegerse a través de esquemas de créditos de carbono. El centro está colaborando actualmente con una empresa forestal en Indonesia para monitorear la capacidad de las turberas tropicales para capturar y almacenar carbono.
Un ejemplo destacado en el campo de los bonos verdes es Gabón. El país centroafricano está preparado para lanzar créditos de carbono orientados a proteger sus selvas tropicales, que cubren el 88% de su territorio.
Un firme defensor de los canjes de deuda por naturaleza, el séptimo productor de petróleo más grande de África los está aprovechando para compensar las emisiones de carbono en el país y en el extranjero mientras crea empleos para los ciudadanos.
En octubre de 2022, el país anunció su plan para vender el bono verde más grande del África subsahariana hasta la fecha, con un valor de entre 100 y 200 millones de dólares, para financiar la construcción de centrales hidroeléctricas.
Soluciones a la degradación forestal
Comunidades locales y empresarios se han comprometido en la lucha contra la degradación forestal. Existen ahora cadenas de suministro más sostenibles para el aceite de palma, causante de la deforestación en el sudeste asiático. Un estudio realizado por la iniciativa de mapeo de la cadena de suministro de aceite de palma Trase descubrió que la tala de bosques para producir aceite se ha reducido en un 82% durante la última década, a pesar del aumento continuo de los precios.
Mientras tanto, en abril de este año, el Gobierno del Congo elaboró un informe sobre su industria maderera, primer paso para desbloquear 500 millones de dólares en fondos climáticos. Con 314 millones de hectáreas de bosque tropical primario, la nación ha introducido iniciativas en las que las comunidades locales tienen la tarea de administrar y liderar el desarrollo sostenible de extensiones de las selvas tropicales.
Una encuesta reveló que la deforestación en esas áreas era un 23% más baja que el promedio nacional.
En Gabón, los drones y las imágenes satelitales se utilizan para monitorear las selvas tropicales y proteger la vida silvestre, como el elefante africano del bosque en peligro crítico, de la caza furtiva y la pérdida de hábitat. Algunas empresas son pioneras en estrategias para movilizar el interés de los consumidores en la protección de las selvas tropicales que quedan en el mundo.
En marzo de este año, la filial brasileña de Nemus, con sede en Portugal, que posee 410 kilómetros cuadrados de selva amazónica, comenzó a vender tokens no fungibles o NFT para financiar la conservación, la reforestación y el desarrollo sostenible. En lugar de ser propietarios de la tierra, los compradores de los NFT patrocinan extensiones de varios tamaños y reciben información, como imágenes satelitales, para documentar los esfuerzos de preservación.
La empresa de biotecnología con sede en Estados Unidos C16 Biosciences lanzó recientemente Palmless, una alternativa al aceite de palma hecha de levadura. El producto busca reemplazar una industria que se considera responsable de una deforestación significativa en las selvas tropicales de Malasia e Indonesia, que produce anualmente 500 millones de toneladas de CO2 equivalente, según un informe de 2018 del Consejo Internacional de Transporte Limpio.
FUENTE: Atalayar.
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