El tiempo nos devuelve a lugares conocidos donde aguardan historias por concluir. Mi padre y yo tenemos una. Bajamos juntos el telón.
Es 1985 aproximadamente. Tengo 8 añitos y mi padre me habla de una manera tan mágica de este teatro que queda dentro del bosque y a orillas del mar — donde se presenta la obra al aire libre más antigua de Estados Unidos: The Lost Colony.
Mi padre me habla de toda la historia: la colonia, cómo se perdieron, el misterio, los indios del área, los ingleses.
Al año siguiente, viajamos y fuimos en familia a ver la obra. Fue súper especial para mí, sentía algo muy profundo — La ilusión del niño absorbiendo todo.
Tiempo de volver…
Es 2012 y, con 35 años de edad, logro regresar a este mágico lugar — Han pasado 26 años y disfruto la obra como si tuviera 9 añitos. Intensamente rico.
Es 11 de noviembre de 2021 y, con 44 años de edad, estoy caminando hacia la entrada del teatro, buscando visitarlo por lo menos una vez más. Antes de llegar, me siento en una banca dentro del bosque. El ambiente está frío por el inicio de invierno y húmedo por la cercanía con el mar.
Esta es la primera vez que voy a entrar al teatro desde la muerte de mi padre. Y ahí sentado me doy cuenta que hay una parte de mí que no quiere entrar. Hay una parte que se resiste.
Empiezo a entender que entrar ahí es el cierre energético de un gran ciclo que inició cuando tenía 8 añitos. Es una despedida. Obviamente reviento a llorar. Y en la contracción, noto que la fantasía más grande del ser humano es “Echar para atrás en el tiempo”.
Ojalá pudiera regresar al pasado y rescatar esos 10 años que nos dejamos de hablar mi padre y yo, y los otros 3 que también cortamos comunicación peleados.
Y aunque estoy claro que todo sucede para algo, y que nos reconectamos… wow hacia el final, la sensación está. Es natural. Es parte de vivir.
Entro al teatro. Y me siento en una banca en el área donde nos sentamos cuando tenía 9 añitos…
Y lloré…
Y CERRÉ.
Luego me paré en el escenario, mirando hacia ese niño de 9 añitos en el público, y diciéndole que por favor aproveche la vida al máximo.
“Que todo esto se acaba“.
“Y que estamos aquí para algo. Para vivir“.
Me despido del área. Me despido de mi padre. Y miro al niño y pienso:
“Cuando acepto que la muerte existe, y que todo lo que inicia termina… puedo exprimir al máximo esa experiencia, momento, relación, proyecto, idea que estoy viviendo“.
“Puedo dis-frutar cada sorbo y mordisco”.
“Puedo saborearlo en su totalidad“.
Todo lo que inicia termina… para abrir espacio a lo que viene.
Porque algo siempre viene.
“Sé la persona que viniste a ser, para vivir la vida que viniste a vivir”.
Te amo.
Robert Baum es el Autor de ‘Tu código personal’ y ‘El código de tus relaciones’. Encuéntralo en WhatsApp y Telegram en +507 6236-8530. En Instagram @robertbaum_ y en el website www.robertbaum.net.
