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Con el foro “Una región, un compromiso: acelerando la revolución de la sostenibilidad en América Latina y el Caribe” se promueve la transición verde de la región.
Reducir el consumo de carne o electrificar la flota de autobuses urbanos son algunas de las principales recetas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para hacer una transición verde en América Latina y el Caribe que torne sus economías más sostenibles.
El tema fue abordado durante un panel sobre propuestas para descarbonizar la región, celebrado el pasado mes de septiembre en el foro virtual “Una región, un compromiso: acelerando la revolución de la sostenibilidad en América Latina y el Caribe“.
En la ocasión, el economista de la división de Cambio Climático del BID, Adrien Vogt-Schilb defendió que los Gobiernos latinoamericanos faciliten esta transición verde, estableciendo facilidades para las empresas.
Consideró que “los ministerios de Transporte tienen que actuar, cambiar sus regulaciones y actualizarlas para que cuadren con las nuevas tecnologías“, y poner facilidades para, por ejemplo, permitir que se haga propietaria de los autobuses eléctricos una empresa diferente a los conductores que los manejan, caso de éxito que ocurriera en 2019 en Santiago de Chile.
Vogt-Schilb destacó que la transición verde debería observar también la producción de carne en la región, la cual es responsable de dos tercios de la deforestación y de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero en América Latina y el Caribe, hecho que muchas personas desconocen junto con la relación entre dieta y clima.
Mitigar y adaptarse: clave en la región
La directora general de Cambio Climático y Desertificación del Ministerio de Medio Ambiente de Perú, Milagros Sandoval, enfatizó la importancia de dedicar fondos no solo a la mitigación de la huella de carbono, sino a la adaptación a un clima que se perfila más cálido e inestable, implicando la protección de las muchas poblaciones vulnerables en América Latina, una de las regiones que menos contribuye a la emisión de GEI y al mismo tiempo, una de las más amenazadas por el cambio climático.
Esta situación supone un gran riesgo, especialmente para las poblaciones rurales o indígenas que viven de la agricultura y la ganadería, y que a menudo son las peor equipadas para hacer frente a los desastres naturales.
En la misma línea, la jefa del Departamento de Sustentabilidad y Cambio Climático de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias del Ministerio de Agricultura de Chile, Daniela Acuña, remarcó que para una transición verde es necesario hacer que las actividades agrícolas y ganaderas tradicionales sean compatibles con la neutralidad de carbono.
Ciudades más limpias
Otro ámbito de la transición verde -y que puede tener efectos beneficiosos muy visibles- es la transformación de las ciudades para adaptarse a un modelo de movilidad menos basado en los coches.
“Esta electrificación y este cambio tecnológico va de la mano con una conversación muy hermosa sobre las ciudades que queremos”.
dijo la miembro distinguido de la fundación ClimateWorks Mónica Araya.
Araya detalló que este nuevo modelo de transporte puede ayudar a crear espacios urbanos donde caminar o ir en bicicleta sean la norma, y no la excepción. La conclusión del panel fue clara: los Gobiernos de la región pueden dar facilidades al sector privado para desarrollar modelos económicos sostenibles y dar un impulso a la transición energética.
Finanzas verdes
Algunos ejemplos de esta cooperación público-privada fueron el tema de la sesión “Finanzas sostenibles para el futuro“, celebrada durante el mismo foro, y en la que expertos de diferentes organismos y Gobiernos latinoamericanos hablaron de su experiencia promocionando inversiones “verdes” en la región. Uno de esos ejemplos son los bonos verdes, sociales y sostenibles de El Salvador, que representan la primera emisión de un bono de ese tipo por un país de Centroamérica.
“La sostenibilidad es un buen negocio“, aseguró la jefa del Hub de Finanzas Sostenibles de la Superintendencia Financiera de Colombia, Mariana Escobar, que habló sobre su experiencia en la creación de la primera taxonomía sostenible nacional del continente, la Taxonomía Verde de Colombia.
Un taxonomía verde es un sistema de clasificación de actividades económicas que permite a empresas vinculadas al sector medioambiental acceder a beneficios fiscales. Y es que las finanzas “verdes” serán “la nueva normalidad“, como aseguró en su intervención la gerente de Banca Sustentable del Banco Promérica de Costa Rica, Michelle Espinach, para quien la inversión en proyectos sostenibles caracterizará a los negocios en esta transición verde.
FUENTE: La Estrella.
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