La técnica «Slow Down» propone desacelerar el ritmo de nuestra vida para acercarnos a la calma y cultivar el autocuidado y el bienestar. Esto es, mudar hacia una «Slow Life«.
Los expertos autores Ana González y José Mendiola tomaron la decisión consciente de pisar el pedal del freno y reducir su acelerado ritmo de vida. Mendiola recuerda que su gesto le llevó a reconsiderar sus valores y estructura de vida y replantearse cambiar el software que la sociedad inoculó en él. Su giro dio como resultado la cristalización de su proyecto más íntimo y personal: SSlow, una marca centrada en moda y productos slow life.
González practica y divulga este estilo de vida lento en su blog y redes sociales como @Hendayastyle, promoviendo ese «cambio de chip«, un proceso necesario, lento y progresivo que requirió de paciencia.
«Yo era estrés en estado puro. Altibajos emocionales, falta de sueño, escaso o nulo cuidado del cuerpo y mi salud. El punto crítico fue una baja laboral por estrés. Ese fue mi reset«.
recuerda González.
Unos años más tarde, se encontraron para escribir a cuatro manos El arte de vivir más lento, publicado bajo el sello de Alienta Editorial. El texto reúne las razones por las que nuestro cuerpo pide a gritos un cambio radical, que hagamos un alto, reanudemos la marcha con menos prisas y nos vacunemos contra esa epidemia que es la vida acelerada. También explica la forma de desactivar esa forma de pensar que, como todo, con excesos puede ser perjudicial.
¿Qué es la Slow Life?
«Vivir despacio tiene un único fin: disfrutar de tu tiempo y con él, de tu vida«, opinan los autores.
Una razón de suficiente peso y es que la vida lenta no se mide en cantidad, sino en calidad. Disfrutar de los instantes, sonreír, aunque a veces, cueste, caminar lento, levantar la mirada y observar el paisaje mientras paseas, mirar por la ventana cuando llueve, y así con todo: masticar cada bocado, hacer ejercicios de respiración al levantarte.
Son acciones sencillas que al mismo tiempo son muy poco practicadas.
«El movimiento slow life, también conocido como slow living o vida lenta, es una filosofía que busca desacelerar el ritmo de vida moderno y volver a conectar con uno mismo, con la naturaleza y con las personas que nos rodean. Surgió en Italia en la década de los ochenta como una reacción a la globalización y a la cultura de la inmediatez y el consumo desmedido«.
explican los autores.
Todos los movimientos slow (slow food, slow fashion o slow travel), son una misma cosa y su esencia es conectar (y reconectar), reduciendo los niveles de estrés, gestionando mayor tiempo para dedicarlo a actividades personales provechosas y potenciando nuestra capacidad para disfrutar del momento presente, sin preocuparnos por el futuro.
Un obstáculo que enfrenta el movimiento slow es la obligación autoimpuesta de ser agentes multitarea de un engranaje funcional, en vez de seres humanos en el viaje de la vida.
«La realidad científica sugiere que aunque el ser humano tiende a gestionar varias tareas al mismo tiempo, la eficacia de esa acción depende del tipo de labor y de nuestras habilidades. Los expertos explican que nuestro cerebro no está preparado para ello y, en lugar de procesar estas tareas, lo que hacemos es cambiar rápidamente entre ellas. Tratar de ser multitarea puede provocar estrés y frustración, pues al intentar abordar varios quehaceres al mismo tiempo, es normal que cometamos errores y que nuestro rendimiento no sea óptimo«.
añaden los autores.
¿Cómo adoptar la Slow Life?
Para seguir la filosofía slow, recuperar el enfoque, fortalecer la conexión con el presente, cultivar las relaciones personales y resucitar los valores, es preciso seguir cuatro fases bien definidas:
1. Priorizar: define qué es lo más relevante para ti
En ocasiones, la dificultad en emprender este viaje es que no sabemos cuáles son nuestras prioridades, consecuencia de no haber aprendido a autoconocernos, porque no se nos ha enseñado, pues el objetivo era pensar en los demás, en lugar de escucharnos a nosotros egoístamente.
«Simplificando el concepto, priorizar quiere decir que hagas primero lo que es más importante para ti y dejes como secundario todo lo que no te va a llevar a cumplir tus objetivos, ser la mejor versión de ti mismo o sentir que tu día sea realmente bueno».
describen los autores.
El silencio parece una condición obvia para aprender a priorizar, pero los pensamientos rumiantes y preocupaciones nos quitan un espacio enorme en el cerebro. Las emociones son válidas y útiles (con moderación), incluso las negativas, pero para sentirlas hay que darles espacio y sosiego. La meditación, desactivar las notificaciones online, apagar la TV, filtrar el contenido consumido en redes y elegir bien las compañías, son útiles.
2. Simplificar: reduce la cantidad y gana calidad
Se trata de reducir objetos, personas, tareas y compromisos para abrazar el minimalismo y la austeridad. Todo lo que signifique centrarse en lo esencial, olvidar lo superfluo, vivir con sencillez. Nuestro cerebro primario hace lo contrario, imponiendo su instinto de supervivencia, acumulando hoy en previsión de futuras posibles carencias.
La reducción deberá estar marcada por tus principios, tus valores y necesidades. Así que simplifica tus planes, elimina el reloj en las vacaciones, piensa (y organiza) en las comidas y tareas domésticas una vez a la semana. No está mal pasar tiempo sin hacer nada o evitar salir frecuentemente por miedo a decir que no. Simplificar también es deshacerte de lo que no usas y dejar de acumular.
3. Planificar: pasea lentamente por tu camino
Debemos dejar de considerar la «planificación» como un concepto inflexible y rígido. La planificación es una guía, un timón para mantener el rumbo, pero hay que fluir, adaptarse a nuevas circunstancias, aceptar los cambios y hallar el equilibrio. El libro propone «saber dónde vas y cómo te planteas llegar a ese punto«, sin que implique añadir más horas de trabajo u obsesionarte con el perfeccionismo.
Es que la vida lenta es poder darte cuenta del camino por el que vas avanzando, ir cumpliendo cada paso, uno detrás de otro, con tranquilidad y disfrute.
Hay muchas técnicas para organizar todas las actividades de tu día a día. Los expertos recomiendan apuntar una lista de mínimos imprescindibles en una agenda, diario o calendario. Por ejemplo, días de recreo, una noche dedicada a ti, momentos con cada ser querido, ratos de lectura o cine, etc.
También contempla las tareas repetitivas, aunque necesarias. Esto es, adapta tus rutinas a tus necesidades en cada momento y a tu estado de ánimo, con especial énfasis en tu estado de ánimo. También considera esos días de pequeños placeres y apetencias y establece espacios vacíos para no hacer nada. Es esencial saber poner el foco en cada cosa que hagas, no llenar tus días de obligaciones, revisar tus prioridades y ser siempre consciente del tiempo disponible.
Empieza con tres grandes objetivos para todo el año, sigue con propósitos mensuales y planifica semanal y diariamente. Es mejor plantear pequeños objetivos que grandes y poco factibles. Por eso, es buena idea plantear objetivos SMART + I (de sus siglas en inglés): específicos, medibles, alcanzables, realistas, de duración limitada e ilusionantes.
4. Disfrutar: cuida de ti y regálate relax
Es el apartado más fácil de desarrollar porque depende de cada quien. No implica grandes gustos ni gastos: un buen libro, una tarde con amigos, el olor a la tierra mojada por la lluvia o una puesta de sol, tu comida favorita, placeres cotidianos.
«Uno ha de estar preparado para crear ilusión en cada uno de los actos que realiza».
señalan en el libro.
Gracias a la ilusión, a la belleza, la paciencia y el mismo gozo, podemos prepararnos una guía de lugares bonitos para visitar o incluso también de los rincones de tu casa y de las comidas.
Los autores te proponen un ejercicio para apretar el botón de pausa un día cualquiera: imagina que llega la noche y no has previsto nada para cenar. Desde tu vida rápida, las prisas y la pereza te tentarán a pedir algo a domicilio.
Pero si cambias el chip, abres una botella de vino, colocas tu playlist, abres la nevera, seguramente encontrarás dos o tres ingredientes a los que puedes añadir cierta creatividad y tendrás tu plato. Este es solo un ejemplo cotidiano para extrapolar hasta el infinito con todas tus tareas cotidianas.
Cuidar de ti tiene que ser parte del disfrute.
FUENTE: Telva.
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